Fue el pasado mes de marzo, en el marco del festival FIAS (Festival Internacional de Arte Sacro) en la Sala Roja de los Teatros del Canal de Madrid, cuando Pablo Und Destruktion inició la gira de su sexto álbum, Ultramonte: doce temas catárticos y agridulces, hermosos y tenebroso, que resignifican lo sagrado en la sociedad contemporánea y lo acercan a la música tradicional y al pop barroco. Tras una docena de conciertos por distintas regiones, el artista inicia la temporada haciendo sonar estos doce himnos para una alegre resistencia. Será en Oviedo, este 1 de octubre en el Teatro Filarmónica; en el Centro Comarcal de Humanidades Sierra Norte, el 8 de octubre en La Cabrera (Madrid); o, ya en febrero, en el Ambigú de Córdoba, el día 11, concierto con el que abrirá una serie de conciertos en Andalucía.

¿Cómo se utiliza una guadaña a la puerta del Congreso? 

Primeramente uno la debe cabruñar, técnica refinada de martilleo de la hoja para que cumpla su función. Después, simplemente la airea para sorpresa de la policía nacional que lo custodia, que permanece impasibe y demuestra que vivimos en un tiempo de lobos sin dientes.

¿Con quién te gustaría tomarte un vasu en el bar del Congreso y de qué hablaríais? 

Con el personal de limpieza. Hablaríamos de nuestra familia, de las locuras de juventud y de la preparación metódica del tránsito al más allá. Y de platos regionales.

¿Es más difícil dar clase o vivir de la música? 

Tener clase y mantener viva la música, eso es lo más complicado.

En tus letras hay muchísimo sentido del humor. Sin embargo, ¿el humor es poco habitual entre los y las letristas actuales? 

Parece ser que hasta a la BBC le dieron el toque porque tenía que incluir más humor en su parrilla. Hay que reírse de las desgracias, sobre todo de las propias, y puede que nos hayamos tomado demasiado en serio en los últimos tiempos. Volverá, vienen tiempos de buen humor, me parece a mí.

¿Es más fácil conectar con las letras o con el sonido? 

Con el sonido ablandas la zona en cuestión y con la letra ya permites descontracturar el miembro. Metáfora de masajistas, profesión, como la del trovador, muy emparentada con la más antigua de todas.

¿La música puede ser un movimiento subversivo eficaz? 

Es un arte muy manipulador, así que puede movilizar conciencias en varias direcciones, incluso la misma tonadilla. Como ejemplo está el Himno de la Alegría, usado por comunistas, nazis y Unión Europea, entre otros. Es poco de fiar, por eso es peligrosa y divertida.

¿Ha perdido la cultura el contacto con lo popular, es endogámica? 

Quizás ha perdido lo popular el contacto con lo popular. Demasiados cantos de sirena.

Pensando en Lobito: ¿ha cambiado la pandemia para siempre la cultura? 

Y las cuentas bancarias. Ahora todo está registrado a través del Bizum y las bases de las subvenciones. También hemos demostrado para quién trabajamos cada uno. Y el miedo que nos da perder unos duros y unos aplausos.

Pensando en Esos fueron los días, ¿de qué tiene nostalgia tu generación? 

De la privacidad oscura de un bar de mala muerte en el que todo puede pasar y nada se puede saber.

Pensando en El salto de Charly García, ¿hemos perdido toda capacidad de inmutarnos? 

Eso y el valor de cometer locuras y obrar en contra de nuestro beneficio material y a favor de nuestra tronera.

Tu sonido folk, ¿es de este tiempo o te sientes más conectado con otros estilos, épocas, lugares? 

Siempre me he llevado muy bien con la gente muy vieja y muy joven. Es de este tiempo, porque yo lo soy, pero como tengo periódicos delirios de grandeza me gustaría que este tiempo fuera de otra forma, y trato de plasmarlo en la música. En cierta manera es la música popular del imperio del éxtasis mariano que tengo atravesado entre ceja y ceja. Eso, paradójicamente, hace que este tiempo se me haga mucho más llevadero y, en general, guay.