print $title?>
Un espectáculo de humor sin palabras para cuestionar una sociedad de prisas y nuestra forma de vivir

Del 23 al 27 de noviembre, Guillem Albà estará en el Teatro del Barrio con Calma!, un espectáculo en el que el clown, premiado en 2021 con un Premio Max, nos cuenta, solo y sin palabras, un hecho tan complejo y a la vez tan cotidiano: la prisa. Ese «correr todo el rato»; en el que vivimos instaladas.
Pandemia, problemas energéticos, subida del IPC… Así, ¿cómo se hace reír a la gente?
La verdad es que siempre pasa algo en el mundo, si no es una pandemia es la subida del IPC o lo que sea, siempre pasa algo y por eso es importante hacer reír a la gente. A mí me gusta defender todo tipo de humor: el humor que solo es para desconectar, que es solo para reír y para olvidarse de todo y poder coger aire y oxigenar el cerebro. Este humor me parece muy importante. Pero también el humor que pueda tener mensaje, aquel con el que se pueden decir muchas cosas. En Calma!, por ejemplo, hacemos reír, pero detrás hay muchos mensajes para el espectador. No es fácil hacer reír a la gente, depende de muchas cosas, pero es importante hacerlo porque a través de él se pueden comunicar muchas verdades de una manera muy directa y sincera.
La pregunta “¿cómo hacer reír a la gente?”... es una pregunta muy difícil. Depende de la técnica, del directo, de leer cómo está el público en cada momento, qué hace falta cambiar, dónde poner más energía o bajarla, cambiar algo para decirlo de otra manera, sentir cómo está el espectador, si más dentro o más fuera y lo tienes que ir a buscar… y todo esto forma parte de la técnica.
¿Qué diferencia el humor del clown de todos los demás?
Otra pregunta difícil… El clown es diferente de un actor cómico por muchos motivos. El clown que yo hago es el contemporáneo, es decir, no llevo ni la nariz roja, ni maquillaje, ni zapatones, qué es la imagen que se tiene en este país sobre el clown y que tiene que ver más con la del payaso de circo; y que es solo para niños. Mi teatro no es para niños, aunque lo pueden ver, pero hay clowns que son solo para adultos. Otra diferencia con el clásico se encuentra en cómo lo hacían artistas como Chaplin y tantos otros, que solo hacían un rol, ya fuese para una película o en un escenario, pero que jugaban siempre de la misma manera. El contemporáneo juega de manera diferente, con distintos roles, es más como un actor, para entendernos, pues puede ir cambiando, hacer un gag más poético, o más excéntrico. El clown no tiene que ser siempre naif como siempre se puede, como alguien como un niño pequeño… esta puede ser la base del clown, como en la música puede serlo el blues o el jazz, pero a partir de ahí puede surgir el tecno.
Para mí una de las grandes diferencias entre el clown y otro tipo de comedia, es tomar riesgos. Jango Edwards, que fue mi maestro y que es un clown muy importante, sobre todo en Europa, marcó la diferencia entre el clásico y el contemporáneo. Una de las cosas que me quedaron grabadas es que me dijo era que se debía tomar riesgo; si no se cogía o tomaba riesgo, entonces no es clown. Hay mucha comedia que se hace en teatro que es milimétrica, que es siempre igual, que está bien, pero no es clown. Clown no es solo improvisar, pero si tienes que cambiar algo, lo cambias, y si ves que algo no funciona, lo modificas, te arriesgas. Una de las cosas que quería en Calma!, a parte de algunos retos personales, era que no fuera siempre el mismo espectáculo en el sentido de ver qué pasaba con el material con el que trabajo, ver cada día hacia dónde iba el público. Hay días en los que la parte que dependen del público lo hacen mágico y otros, en cambio, en los que no ha funcionado tanto. Pero me gusta que el teatro esté vivo, porque es la gracia del teatro. Hacer teatro como si fuera Netflix, es mucho menos interesante.
¿Por qué pides calma en tu espectáculo?
Porque es muy necesario hacerlo, porque creo que vamos con demasiadas prisas por muchos motivos y desde hace muchos años. Desde el momento en que alguien dijo, no sé quién, que el tiempo es oro, nos la lío, porque a partir de entonces parecía que había que correr para hacer más oro. El espectáculo lo que hace es lo contario, detenerse un poco para esperar y que el espectador se pregunte, ¿estoy viviendo cómo yo quiero?, ¿estoy haciendo lo que realmente quiero? Sé que parece muy utópico, incluso puede parecer una pregunta tonta, pero a ver quién es capaz de responder bien a estas preguntas en la época de la hiperconectividad, de la hiperinforación, de estar todo el tiempo conectado y en redes y rodeado de información y de noticias. La presión de tener que trabajar para no sentirse mal porque si no estás trabajando y te preguntan ¿qué estás haciendo?, y contestas que nada, te puedes sentir mal. Porque te dicen que tienes que ganar más dinero y, a lo mejor, no es lo quieres, pero te dirán que cómo no vas a querer más dinero. Solo nos preguntamos esto cuando nos obligan a pararnos, como nos pasó con la pandemia o como cuando estás enfermo o cuando te enfrentas a la muerte de alguien. Entonces sí te preguntas cosas, pero cuando todo pasa te olvidas y sigues corriendo y no recuerdas que todo es efímero y que hay que parar. Es verdad que es complicado, porque estamos siempre sujetos a las necesidades de tener que pagar por absolutamente todo y al final el día a día te lleva a salvar tu vida y no hay tiempo para preguntarte nada más.
Con Calma! queremos dar ese espacio para parar y a través del humor y de las risas, sin palabras y mediante la poética, uniendo la emoción y el humor, hacer que la gente ría; pero también, después, que se piense sobre lo que ha visto. Mucha gente que ha visto el espectáculo nos ha dicho que después de verlo, recordaban las risas, pero también que surgían preguntas importantes, como, ¿estamos viviendo cómo queremos? ¿Es esto lo que realmente quiero?
Cuéntale un chiste a Pedro Sánchez.
Lo estoy contando, pero es sin palabras. Es una pena que no se pueda entender bien en un medio escrito, pero me gusta defender el humor sin palabras. Está bien defender diferentes formas de humor, pero ya hay mucho monólogo y con el humor sin palabras se pueden decir muchas cosas y conseguir ese espacio para imaginar: las palabras me parecen muy directas, aunque puedan ser poéticas, pero no dejan mucho espacio para la interpretación. Por ejemplo, si dices que estás triste, la palabra es muy clara y la entiendes, pero si tienes que hacerlo a través de una interpretación sin palabras, con movimientos, abres un mayor espacio para la interpretación del espectador. Las palabras entran por el cerebro, en cambio lo visual lo hace por la piel, por los poros, y me interesa mucho más este viaje.
Me gusta que a Calma! vengan espectadores que no piensen como yo políticamente; me gusta y creo que es necesario, porque si todo el mundo que viene piensa como yo, no me pregunto para qué hago esto. Ante espectadores que no piensan como tú, las palabras entran más directamente y pueden poner una muralla de forma más rápida, sin embargo, sin ellas, se puede entrar más por la piel y, desde ahí, quizá, llegar a su cerebro y que pasen cosas. Hay mucha gente que hace humor con palabras y me parece bien, pero yo prefiero militar otro tipo de humor.
¡APOYA A MONGOLIA!
Suscríbete a Mongolia y ayuda a consolidar este proyecto de periodismo irreverente e insumiso, a partir de solo 38 euros al año, o dona para la causa la cantidad que quieras. ¡Cualquier aportación es bienvenida!