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"Pena de muertes", por Andrés Vázquez de Sola
El Maestro escribe sobre la tragedia del Hebdo y todas las contradicciones que en ella hay
14.01.2015
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El horror que produce un atentado como el sufrido por Charlie Hebdo es estremecedor. La defensa unánime de la libertad de expresión, desde todos los confines del pensamiento, irreprochable. Los sentimientos de rechazo, de asco o de miedo, comprensibles. Sin embargo –y sin que aparezca la menor sombra de justificación a acto tan criminal- deberíamos pararnos un minuto a reflexionar sobre el origen y los motivos que han llevado a unos descerebrados a cometer un acto tan abyecto.
La indignación que sentimos necesitaría un análisis objetivo que nos ayudara a combatir con más fuerza y más razones a los fanáticos del degüello.
A saber: todo "Occidente", es decir, EEUU y sus compinches de la OTAN hemos encendido una guerra de agresión contra los "Países Islámicos" con pretextos tan peregrinos como liberar a sus mujeres de vestir el burka, defendernos contra inexistentes armas de destrucción masiva y otras razones igualmente mendaces y peregrinas.
Nuestros bombarderos esparcen muerte sobre sus poblaciones inermes; nosotros ahorcamos a sus responsables políticos, sustituyéndolos por cristobitas movidos desde Guachington…Esta es nuestra forma de convencerlos para aceptar nuestra moral, nuestra democracia, nuestra religión y nuestra forma de vida.
Por raro que pueda parecernos, no todos los nacidos en aquellas tierras aceptan nuestros razonamientos y virtudes: algunos defienden su país, sus tradiciones –religiosa incluida-, y su forma de vida, los denominados "terroristas". Terroristas como, según los nazis, eran los "resistentes" franceses, De Gaulle incluido; los palestinos o los saharauis. También la República de Cuba fue terrorista hasta dejar de serlo, porque así lo ha decidido el señor Obama. Simplemente.
Cuando tanta censura encubierta mediatiza nuestros medios informativos, debido a la publicidad y a las subvenciones, es demagógico que esos mismos medios y sus mediatizados lectores defiendan "la libertad de expresión" contra viento y marea, incluso saltándose las leyes a la torera, no parándose a mirar si injuriamos o calumniamos, ni si la utilizamos para incitar a un ciego a tropezar y reírnos a su costa... No hay que olvidar que cada periódico tiene su “línea editorial”, supeditada a los intereses de quien pone el dinero. Esto dicho, la labor de un dibujante-editorialista, de un periodista de opinión, intenta ser panfletaria, irreverente, directa, inconformista, pero también lúcida. El satirista no reconoce sagrado, ni tabú, ni intocable, ni leyes injustas restrictivas de libertades, ni dios ni amo. Su propia conciencia limita su libertad de expresión, consciente de que se juega la libertad y los garbanzos.
Tiene como misión quijotesca enderezar entuertos y, tras analizar concienzudamente hechos –o cohechos-, sus orígenes, motivaciones, antecedentes e intereses en juego en cada caso, los comenta con sorna después de volver a contrastarlos meticulosamente.
Las expresiones jocosas, irónicas satíricas e irrespetuosas, a alguien pueden parecerles malvadas, aviesas, groseras y soeces, porque ignoran la intencionalidad del humorista, que se siente satíricamente objetivo dentro de la subjetividad inherente a todo pensamiento humano; está convencido de disparar sus flechas desde la barricada adecuada.
El peligro está en olvidar que existen las guerras psicológicas, en apoyo de las libradas a sangre y fuego, con la misión de motivar el ardor guerrero de los nuestros, al tiempo que minan la moral del enemigo.
Desde ese punto de vista, los dibujos blasfemos contra Mahoma, han podido ser interpretados como una batallita psicológica contra el enemigo islámico, instándolo a vengarse cometiendo algún acto atroz que lo desacredite.
A este punto es justo preguntarse: ¿aceptarían los piadosos –no digamos fanáticos- zaragozanos que se hicieran dibujos de la Pilarica, parecidos a los de Mahoma, Ella, la Madre de Dios y capitana general de nuestros ejércitos, grotescamente desnuda, haciéndose sodomizar con una cruz?
El ánimus jocandi no es suficiente justificación para quienes se sienten ofendidos, ni la guerra psicológica deben asumirla los humoristas.
Nos repugna la pena de muerte, incluso aplicada a criminales sanguinarios, aún más cuando dos locos vengadores del honor de Mahoma ejecutan a quienes hieren sus sentimientos.
Y nos avergonzamos de los nuestros que, en el nombre de nuestra patria riegan toneladas de bombas sobre sus pueblos indefensos.
Ni esto ni nada puede minimizar la repulsa merecida por el atentado contra Charlie Hebdo. Nadie en el mundo puede no sentirse indignado, nadie. Pero todos podemos sacar la viga de nuestro ojo. Veríamos más claro.
Repudiamos la pena de muerte. De muertes. Nadie debe morir por sus ideas y menos por no tenerlas claras, ni por padecer de hepatitis C, ni, sobre todo, por vender su fuerza de trabajo sea con una piocha o con un lápiz.
La indignación que sentimos necesitaría un análisis objetivo que nos ayudara a combatir con más fuerza y más razones a los fanáticos del degüello.
A saber: todo "Occidente", es decir, EEUU y sus compinches de la OTAN hemos encendido una guerra de agresión contra los "Países Islámicos" con pretextos tan peregrinos como liberar a sus mujeres de vestir el burka, defendernos contra inexistentes armas de destrucción masiva y otras razones igualmente mendaces y peregrinas.
Nuestros bombarderos esparcen muerte sobre sus poblaciones inermes; nosotros ahorcamos a sus responsables políticos, sustituyéndolos por cristobitas movidos desde Guachington…Esta es nuestra forma de convencerlos para aceptar nuestra moral, nuestra democracia, nuestra religión y nuestra forma de vida.
Por raro que pueda parecernos, no todos los nacidos en aquellas tierras aceptan nuestros razonamientos y virtudes: algunos defienden su país, sus tradiciones –religiosa incluida-, y su forma de vida, los denominados "terroristas". Terroristas como, según los nazis, eran los "resistentes" franceses, De Gaulle incluido; los palestinos o los saharauis. También la República de Cuba fue terrorista hasta dejar de serlo, porque así lo ha decidido el señor Obama. Simplemente.
Cuando tanta censura encubierta mediatiza nuestros medios informativos, debido a la publicidad y a las subvenciones, es demagógico que esos mismos medios y sus mediatizados lectores defiendan "la libertad de expresión" contra viento y marea, incluso saltándose las leyes a la torera, no parándose a mirar si injuriamos o calumniamos, ni si la utilizamos para incitar a un ciego a tropezar y reírnos a su costa... No hay que olvidar que cada periódico tiene su “línea editorial”, supeditada a los intereses de quien pone el dinero. Esto dicho, la labor de un dibujante-editorialista, de un periodista de opinión, intenta ser panfletaria, irreverente, directa, inconformista, pero también lúcida. El satirista no reconoce sagrado, ni tabú, ni intocable, ni leyes injustas restrictivas de libertades, ni dios ni amo. Su propia conciencia limita su libertad de expresión, consciente de que se juega la libertad y los garbanzos.
Tiene como misión quijotesca enderezar entuertos y, tras analizar concienzudamente hechos –o cohechos-, sus orígenes, motivaciones, antecedentes e intereses en juego en cada caso, los comenta con sorna después de volver a contrastarlos meticulosamente.
Las expresiones jocosas, irónicas satíricas e irrespetuosas, a alguien pueden parecerles malvadas, aviesas, groseras y soeces, porque ignoran la intencionalidad del humorista, que se siente satíricamente objetivo dentro de la subjetividad inherente a todo pensamiento humano; está convencido de disparar sus flechas desde la barricada adecuada.
El peligro está en olvidar que existen las guerras psicológicas, en apoyo de las libradas a sangre y fuego, con la misión de motivar el ardor guerrero de los nuestros, al tiempo que minan la moral del enemigo.
Desde ese punto de vista, los dibujos blasfemos contra Mahoma, han podido ser interpretados como una batallita psicológica contra el enemigo islámico, instándolo a vengarse cometiendo algún acto atroz que lo desacredite.
A este punto es justo preguntarse: ¿aceptarían los piadosos –no digamos fanáticos- zaragozanos que se hicieran dibujos de la Pilarica, parecidos a los de Mahoma, Ella, la Madre de Dios y capitana general de nuestros ejércitos, grotescamente desnuda, haciéndose sodomizar con una cruz?
El ánimus jocandi no es suficiente justificación para quienes se sienten ofendidos, ni la guerra psicológica deben asumirla los humoristas.
Nos repugna la pena de muerte, incluso aplicada a criminales sanguinarios, aún más cuando dos locos vengadores del honor de Mahoma ejecutan a quienes hieren sus sentimientos.
Y nos avergonzamos de los nuestros que, en el nombre de nuestra patria riegan toneladas de bombas sobre sus pueblos indefensos.
Ni esto ni nada puede minimizar la repulsa merecida por el atentado contra Charlie Hebdo. Nadie en el mundo puede no sentirse indignado, nadie. Pero todos podemos sacar la viga de nuestro ojo. Veríamos más claro.
Repudiamos la pena de muerte. De muertes. Nadie debe morir por sus ideas y menos por no tenerlas claras, ni por padecer de hepatitis C, ni, sobre todo, por vender su fuerza de trabajo sea con una piocha o con un lápiz.
VÁZQUEZ DE SOLA