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"Panza de burro", algo asquerosamente bello
¿Cómo surge la idea de adaptar Panza de Burro?
Mientras leíamos la novela, conmocionados, “nos entró como un nervio, como si nos estuviesen removiendo todos los órganos con un palo”. Panza contenía todo aquello con lo que nos sentíamos identificados. Está escrita con humor, valentía, naturalidad, feminismo y dolor. Detalla con descaro atmósferas y personajes que conocíamos muy bien. Todo contado desde una poética perturbadora que hace que la narración, siendo tan concreta, se sienta como universal y que lectoras y lectores de muy diversas edades, condiciones sociales, lugares de nacimiento, etcétera, nos sintamos reflejados.
Ha sido una gran noticia contar con Andrea Abreu en la adaptación, ¿no?
No, que va. Andrea no quiso participar en la adaptación. Eso sí, nos dio total libertad para realizarla, confió en nosotros plenamente. Incluso la invitamos a los ensayos y nos dijo: “Sólo quiero verla en el estreno”, y así fue, tendrían que haberla visto cómo lloraba emocionada. Una máquina Andrea, una persona tremendamente generosa.
¿Cómo se hace la adaptación de una novela donde el habla es tan importante?
Pues con naturalidad e intuición. Llevamos cuarenta años produciendo teatro desde Canarias, sabemos lo que queremos. Conocemos muy bien lo que cuenta Andrea y cómo lo cuenta. Su novela está repleta de “canarismos”, entre otros atrevimientos introduce formas sintácticas características de algunas zonas del archipiélago, sobre el numeroso vocabulario del habla isleña que aparece en la obra (fisquito, chafalmeja, pollaboba, etc.) En nuestra tierra siempre ha habido una especie de complejo de inferioridad por nuestro acento, así que para nosotros supone un enorme placer reventar prejuicios.
Panza de Burro es una manera de reivindicar la riqueza de nuestros orígenes. ¿Está el tejido teatral demasiado centralizado?
Más que cierto, pero esto ya es muy viejuno. El amiguismo hace mucho daño. Para cualquiera que viva en la periferia, o como nosotros en la gran periferia, es muy, pero que muy complicado ser programados, vamos, que parece que solo tiene valor lo que se hace en los foros culturales como Madrid, Barcelona, etc. La diversidad cultural de un país debe contar con mayores oportunidades.
La cultura, ¿se reduce a una sola?
Eso es lo que nos tratan de vender todo el rato, de adocenarnos con sus algoritmos. Lo cierto es que, por añadir algo, la afluencia de público joven a las salas de teatro es muy escasa. Tenemos que mirarnos seriamente esto.
Panza de burro desmonta la idea de las Islas Canarias reducidas al sol y a la playa, ¿no?
Cierto. Esta Canarias no es la del souvenir, sol y playa. Es la de la precariedad laboral, barrios de trabajadores y trabajadoras que se parten el lomo para sacar adelante a sus familias. Una realidad obrera lejos de la costa que, arraigada en el paisaje cultural del lugar, sufre la doble insularidad de las áreas rurales alejadas de la zona metropolitana, en la España “vaciada”.
También explica que, mientras los padres de nuestra generación construían el mito turístico canario, las abuelas os criaban., ¿no?
Los progenitores, que marchaban todos los días al sur, con trabajos muy precarios en el sector servicio hotelero, sin apenas poder ver a sus hijos, encargaban a las abuelas el cuidado de los niños, que se criaban oyendo a los mayores y copiando sus comportamientos. Por eso es normal en Panza oír de una manera escandalosa y descacharrante a la vez, diálogos y pensamientos propios de mayores, en boca de las niñas.
Dinos, por favor, algo asquerosamente bello.
Shit.- “Contra la silla del colegio, así, como se estriegan los animales contra la mierda, así nos estregábamos nosotras. Luego toda la clase apestaba a pepe y las manos del maestro de tocar las tizas que nosotras tocábamos. La mesa vibraba como un terremoto que anunciaba la erupción del vulcán, así que si nos íbamos a morir, lo mejor era estregarse lo máximo posible. En verano, como había poquitas cosas que hacer, nos estregábamos todavía más, y ya todo olía a pepe, a cangrejilla corriendo por encima de los charcos”.
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