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"Ojo por ojo, ¿pero quién pone los dientes?" por Andrés Vázquez de Sola
El maestro reflexiona en esta carta sobre la situación en Gaza
Cuando se nos habla, cuando recordamos, cuando se nos repite en mil programas televisivos el martirio del pueblo judío por parte de los nazis, se nos parte el corazón. A más inri, se sacan a colación los reveses sufridos según la Biblia, en Egipto, las persecuciones y conversiones forzadas a las que los sometieron los Reyes Católicos y los pogromos típicos de los países del Este-europeos. Ante tal ignominia, uno se siente tentado de comprender y hasta justificar que no hubieran dejado una momia viva, hubieran atiborrado de morcilla a todo rey católico, hubieran pogromeado a todo zar del Este-europeo y hasta que hubieran gaseado a todo alemán que hubiera votado por el canciller a Adolfo Hitler. Sobre todo teniendo en cuenta el mandato divino de Jehová instando a la venganza a su Pueblo: Ojo por ojo y diente por diente.
El problema consiste en que quienes fueron víctimas antaño, no tienen ya ocasión de vengarse: murieron esclavos en Egipto, achicharrados en Toledo o exterminados en Auschwitz.
Lo que ahora estamos viviendo nada tiene que ver con éxodos, ni holocaustos, ni leyes de Talión. Las momias de Egipto, las majestades católicas o protestantes, los zarevichos, los herederos del nazismo y quienes los protegieron bajo la bandera de las barras y las estrellas, son, precisamente, quienes hoy azuzan y ayudan a los neo-vengativos -genocidas que se consideran albaceas de la venganza- a arrancar ojos y dientes a un pueblo inocente, ajeno a los estropicios sufridos históricamente por los israelitas.
Holocaustos, éxodos, crímenes, procesos inquisitoriales u otros hechos más o menos históricos del pasado no son más que pretextos utilizados por colonizadores foráneos para justificar el dominio de unos territorios -llámense Palestina o Israel- e implantar allí sus pezuñas. Para sus fines utilizan la obcecación religiosa tradicional de quienes pretenden ser El Pueblo Elegido designado a dominar el mundo en nombre de Jehová. El señuelo: darles a roer el hueso de vengar todas sus afrentas exterminando a un pueblo indefenso.
Y el mundo entero los arma hasta los dientes y cierra los ojos.
VÁZQUEZ DE SOLA
El problema consiste en que quienes fueron víctimas antaño, no tienen ya ocasión de vengarse: murieron esclavos en Egipto, achicharrados en Toledo o exterminados en Auschwitz.
Lo que ahora estamos viviendo nada tiene que ver con éxodos, ni holocaustos, ni leyes de Talión. Las momias de Egipto, las majestades católicas o protestantes, los zarevichos, los herederos del nazismo y quienes los protegieron bajo la bandera de las barras y las estrellas, son, precisamente, quienes hoy azuzan y ayudan a los neo-vengativos -genocidas que se consideran albaceas de la venganza- a arrancar ojos y dientes a un pueblo inocente, ajeno a los estropicios sufridos históricamente por los israelitas.
Holocaustos, éxodos, crímenes, procesos inquisitoriales u otros hechos más o menos históricos del pasado no son más que pretextos utilizados por colonizadores foráneos para justificar el dominio de unos territorios -llámense Palestina o Israel- e implantar allí sus pezuñas. Para sus fines utilizan la obcecación religiosa tradicional de quienes pretenden ser El Pueblo Elegido designado a dominar el mundo en nombre de Jehová. El señuelo: darles a roer el hueso de vengar todas sus afrentas exterminando a un pueblo indefenso.
Y el mundo entero los arma hasta los dientes y cierra los ojos.
VÁZQUEZ DE SOLA