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MUERTE EN CHIAPAS
La serie de “Muerte en Chiapas”, del fotógrafo mexicano Diego Moreno, nos trae un documento sobre los Cabezudos Mercedarios (ver artículo de la edición impresa). Pero las matanzas están produciendo Gaza (más de 7.000 civiles muertos, la mayoría mujeres y niños) nos hacen reflexionar sobre la vida y la muerte.
Texto: Fèlix Merino
Foto: Diego Moreno
Indios, negros, bajos o gorditos. Lesbianas, carpinteros, teenagers o doctoras. Grandes y mayores; de religiones diversas de lugares diversos ¡Qué más da! Si hay algo que nos hace iguales a todos es que estamos vivos. Y me explico:
Miren esta foto. El monstruo que lleva un delicado vestido de comunión podría ser el disfraz que esconde a todos los monstruos. Las matanzas de Israel nos llevan a las cifras abrumadoras de un mundo controlado por las tecnologías Musk, Zukerberg o Bezos: en África, 40 países en conflicto; en América del Sur, otros 5; en Asia, 2. Pero también hay conflictos sangrientos en Europa y en América del Norte, mafias de la droga en México y problemas raciales y armas descontroladas en EE.UU.
No hay ningún rincón del planeta que esté a salvo de la barbarie. ¿Estamos más muertos que vivos?
El terror indiscriminado, a todas horas en todas partes, amenaza con extenderse, ayudado por informaciones falsas difundidas por plataformas como “X” (ex-Twiter), Instagram o Tik-Tok. Al no poder distinguir entre lo falso y lo verdadero todo pasa a ser relativo; la realidad deja de ser un relato objetivo. La razón sucumbe a la emoción. El conocimiento a la ignorancia.
Nunca antes el acceso a tanta información nos había hecho tan manipulables. Según un reciente informe del Ministerio de Educación, los estudiantes de secundaria españoles son los que más abandonan sus estudios en Europa a pesar de recibir 181 horas más de clase que la media del resto del continente. Más horas de clases, peores resultados.
Los jóvenes están perdiendo la fe en la democracia. Un informe de la Open Society cifra en un 46% los jóvenes que prefieren vivir bajo una dictadura. El retroceso de las democracias es un hecho: si en 2019 había en el planeta 3.600 millones de personas que vivían en democracia, en 2022 ya eran solo 2.300 millones. Se calcula que más de un 70% de la población vive bajo sistemas teocráticos, según datos de Our World in Data. ¿Vivir en democracia supone vivir mejor? Aunque la respuesta no siempre es afirmativa, hasta ahora la democracia era un indicador del triunfo de la burguesía capitalista, de una lucha de clases ordenada donde la dialéctica del poder tendía a la equiparación de derechos entre clases sociales. Parece que la democracia es cuestionada como el sistema más adecuado por el capitalismo digital.
Atónitos por la dimensión de los acontecimientos, vivimos agobiados por la crisis climática, los conflictos armados, la incertidumbre que nos trae la inteligencia artificial. Los pilares de la sociedad occidental están tambaleándose y no sabemos qué hacer ni qué decir. Es como si estuviéramos muertos aun estando vivos. Hay quienes miran al pasado para resolver los enigmas que nos plantea el futuro. En la última Feria del Libro de Frankfurt se presentó el libro “Convent wisdom” (Sabiduría de convento) que reivindica la manera de vivir de las monjas del siglo XVI como la solución a muchos de los problemas que padecemos en el siglo XXI.
Estamos perdidos y desorientados. Quizás por esta razón el texto que tenía que escribir sobre el trabajo fotográfico de “Muerte en Chiapas” de Diego Moreno ha acabado siendo una reflexión sobre la incertidumbre de nuestro tiempo. Al igual que estar vivos nos hace iguales a todos los seres del planeta, dejar de mirar el futuro con brújulas del pasado nos debería también igualar. ¿Pero cuáles son estas brújulas y dónde están? Reallity Views es una sección de Fotoperiodismo que intenta mover conciencias. Nunca mil palabras valieron más que una imagen.
Escríbenos sobre lo qué quieras ver publicado y nosotros intentaremos hacerlo. Envía un correo a indicando el tema y un breve descripción de por qué te interesa verlo publicado. ZOOM@agenciazoom.com
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Foto: Diego Moreno
Indios, negros, bajos o gorditos. Lesbianas, carpinteros, teenagers o doctoras. Grandes y mayores; de religiones diversas de lugares diversos ¡Qué más da! Si hay algo que nos hace iguales a todos es que estamos vivos. Y me explico:
Miren esta foto. El monstruo que lleva un delicado vestido de comunión podría ser el disfraz que esconde a todos los monstruos. Las matanzas de Israel nos llevan a las cifras abrumadoras de un mundo controlado por las tecnologías Musk, Zukerberg o Bezos: en África, 40 países en conflicto; en América del Sur, otros 5; en Asia, 2. Pero también hay conflictos sangrientos en Europa y en América del Norte, mafias de la droga en México y problemas raciales y armas descontroladas en EE.UU.
No hay ningún rincón del planeta que esté a salvo de la barbarie. ¿Estamos más muertos que vivos?
El terror indiscriminado, a todas horas en todas partes, amenaza con extenderse, ayudado por informaciones falsas difundidas por plataformas como “X” (ex-Twiter), Instagram o Tik-Tok. Al no poder distinguir entre lo falso y lo verdadero todo pasa a ser relativo; la realidad deja de ser un relato objetivo. La razón sucumbe a la emoción. El conocimiento a la ignorancia.
Nunca antes el acceso a tanta información nos había hecho tan manipulables. Según un reciente informe del Ministerio de Educación, los estudiantes de secundaria españoles son los que más abandonan sus estudios en Europa a pesar de recibir 181 horas más de clase que la media del resto del continente. Más horas de clases, peores resultados.
Los jóvenes están perdiendo la fe en la democracia. Un informe de la Open Society cifra en un 46% los jóvenes que prefieren vivir bajo una dictadura. El retroceso de las democracias es un hecho: si en 2019 había en el planeta 3.600 millones de personas que vivían en democracia, en 2022 ya eran solo 2.300 millones. Se calcula que más de un 70% de la población vive bajo sistemas teocráticos, según datos de Our World in Data. ¿Vivir en democracia supone vivir mejor? Aunque la respuesta no siempre es afirmativa, hasta ahora la democracia era un indicador del triunfo de la burguesía capitalista, de una lucha de clases ordenada donde la dialéctica del poder tendía a la equiparación de derechos entre clases sociales. Parece que la democracia es cuestionada como el sistema más adecuado por el capitalismo digital.
Atónitos por la dimensión de los acontecimientos, vivimos agobiados por la crisis climática, los conflictos armados, la incertidumbre que nos trae la inteligencia artificial. Los pilares de la sociedad occidental están tambaleándose y no sabemos qué hacer ni qué decir. Es como si estuviéramos muertos aun estando vivos. Hay quienes miran al pasado para resolver los enigmas que nos plantea el futuro. En la última Feria del Libro de Frankfurt se presentó el libro “Convent wisdom” (Sabiduría de convento) que reivindica la manera de vivir de las monjas del siglo XVI como la solución a muchos de los problemas que padecemos en el siglo XXI.
Estamos perdidos y desorientados. Quizás por esta razón el texto que tenía que escribir sobre el trabajo fotográfico de “Muerte en Chiapas” de Diego Moreno ha acabado siendo una reflexión sobre la incertidumbre de nuestro tiempo. Al igual que estar vivos nos hace iguales a todos los seres del planeta, dejar de mirar el futuro con brújulas del pasado nos debería también igualar. ¿Pero cuáles son estas brújulas y dónde están? Reallity Views es una sección de Fotoperiodismo que intenta mover conciencias. Nunca mil palabras valieron más que una imagen.
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