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Mi voz, mi decisión
Democracia, derechos y deseos que se juegan para frenar el avance de la extrema derecha en Europa
Por Luciana Peker: Periodista feminista. Autora de La revolución de las hijas y Putita golosa, por un feminismo del goce.
La democracia está vaciada de sentido en democracias débiles con extremas derechas fuertes que no solo son votadas, sino que son toleradas por las antiguas derechas clásicas. El problema no es solo que llegan al poder, sino que la violencia ya es su forma de poder. No es un poder neutro. Es un poder neo fascista –o fascismo pop, criptofascismo o fascismo fast food, como lo define el italiano Paolo Berizzi en Il ritorno della Bestia– que tiene como objetivo central desmontar los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.
Ahora ya no solo hay crisis de representación, sino también de los representantes. ¿Merece la pena explicar por qué ya no merece la pena exponerse al ataque del law fare, las fake news y los atentados por más días de reflexión sin acción que se tomen quienes son atacados frente a un ataque de impotencia? La crisis democrática fue aprovechada por los que pasan a poner en crisis los derechos que parecían parte de la democracia, pero que pueden dejar de serlo. La democracia sin ciudadanía no es democracia; sin los derechos que se ganaron gracias a la democracia es subdemocracia. Esa pulseada no puede definirse solo por las elecciones de candidatos/ as que dejan a la mayoría de la población también desilusionada, deprimida, quejosa, indiferente o impotente frente a una política que no resuelve sus problemas. Frente a la dicotomía de rendirse o confiar solo en la representación vaciada hay una alternativa, que es una ciudadanía activa: protestar, proponer y pulsear.
En ese sentido, la campaña “Mi voz, mi decisión” es una propuesta superadora porque tracciona una clave de la participación virtual –firmar cartas de demanda o de queja– pero que se expresa en un pedido concreto –blindar el acceso al aborto en la Unión Europea– y que tiene un punto central –no es solo local, sino regional, frente a toda la UE–, que no delega solo en quienes van a ser elegidos/as (impulsa una agenda más allá de quienes la digan, la lleven o la callen), se adelanta a los ataques de la extrema derecha (sin esperar a ser desbastado para defender lo que ya se sabe que está amenazado) y tiene la potencialidad de reconocer en la lucha del Sur Global por el derecho al aborto un movimiento superador, emancipador, anticolonial, antirracista y políticamente innovador.
Consulta popular
La campaña “Mi voz, mi decisión” es una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), una forma de consulta popular que se expresa a través de firmas (FIRMA EN ESTE ENLACE) y que intenta que, antes de las elecciones, el acceso al aborto forme parte de una agenda política que no puede dejar afuera los derechos de las mujeres y los cuerpos gestantes; que no acepte restricciones, objeciones, desfinanciamientos, obstáculos, complicaciones, culpabilizaciones de las personas que deciden interrumpir un embarazo y que pone un piso en los derechos sexuales y reproductivos que no pueden ser perforados. Y que, por supuesto, no deje afuera a ninguna migrante ni persona sin documento de un derecho humano fundamental.
La campaña intenta que se debata el blindaje del aborto en la UE, pero más allá de la meta concreta se abren los debates locales para permitir ampliar en cada país el alcance de las normas que se deberían mejorar, la necesidad de ampliar los plazos más allá de las 14 semanas; el acceso en la salud pública (sin dejar de preservar la función de las clínicas que garantizan el derecho al aborto a través de diferentes métodos); la necesidad de limitar o anular la objeción de conciencia; la posibilidad de penar la dilatación de médicos/as y funcionarios que hagan tardar o esperar sin sentido a la demandante de una Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE); la restricción de la posibilidad de invadir la intimidad de las niñas, adolescentes, mujeres o trans en los centros de salud donde llevan adelante el proceso, la prohibición de la publicidad engañosa de sectores antiderechos en Internet; el permiso para difundir líneas de salud sexual o de voluntarias que ayuden a abortar a otras mujeres y la importancia de la provisión de anticoncepción de largo plazo para adolescentes.
La ICE tiene como objetivo blindar el derecho al aborto seguro, gratuito y accesible para todas las mujeres europeas, sea cual sea el contexto de sus países, incluso que se pueda financiar viajar de un país a otro si hay restricciones en plazos, regulaciones o restricciones para que si una mujer tiene que abortar a las 18 semanas y en Francia no se lo permite (por ejemplo) pueda ir a los Países Bajos. O si una adolescente es acosada en la Italia de Giorgia Meloni, que pueda ir a Francia, donde se sienta más segura. Si la ICE sale adelante, los Estados miembro podrán solicitar apoyo financiero de la UE para garantizar el desplazamiento a las mujeres que lo necesiten.
La demanda de la iniciativa fue presentada ante la Comisión Europea por España (con la coordinación de Cristina Fallarás y Kika Fumero) junto con Nika Kova² (Institute 8th of March, Eslovenia); Ida Katariina Haapea (Unioni, Finlandia); Marta Lempart y Michalina Gabriela (Strajk Kobiet, Polonia); Zofia Ró²a²ska y Maya Ozbayoglu (Wschod, Polonia); Maria Mayrhofer y Flora Bachmann (#aufstehn, Austria); Iva Stanojevi² y Marija Trcol (Pariter, Croatia); y Alice Coffin (Ma Voix, Mon Choix, Francia).
Las activistas destacaron el aumento de los ataques políticos hacía el derecho al aborto por parte de partidos y gobiernos de extrema derecha en distintos países, con casos como los de Polonia, Malta o Italia. Las promotoras de la iniciativa llamaron a “proteger y hacer avanzar los derechos reproductivos, desde la idea de que el aborto es una parte esencial de los servicios básicos de salud pública y de que el derecho a decidir es un derecho humano fundamental”. La democracia tiene la posibilidad de demostrar que es fuerte con el movimiento más potente, global, dinámico del siglo XXI y el único capaz de enfrentar el avance del fascismo, la deshumanización y el odio: el feminismo.
El derecho al aborto es esencial para defender el derecho al deseo de las mujeres y el colectivo LGTTBQ. Pero también es sustancial para que el autoritarismo y los movimientos regresivos no se ensañen con el cuerpo y la libertad de las mujeres como una humillación necesaria para imponer el individualismo económico y la crueldad como forma de suprimir los derechos humanos. Por eso, “Mi voz, mi decisión” no es solo una iniciativa, es un impulso para que no haya meritocracia de aquello por lo que merece la pena luchar sino un cuerpo colectivo que defienda el deseo sobre el dolor y una democracia más fuerte antes de que la crisis ya no deje resortes con que defender la participación popular y el placer singular. (FIRMA EN ESTE ENLACE)
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La democracia está vaciada de sentido en democracias débiles con extremas derechas fuertes que no solo son votadas, sino que son toleradas por las antiguas derechas clásicas. El problema no es solo que llegan al poder, sino que la violencia ya es su forma de poder. No es un poder neutro. Es un poder neo fascista –o fascismo pop, criptofascismo o fascismo fast food, como lo define el italiano Paolo Berizzi en Il ritorno della Bestia– que tiene como objetivo central desmontar los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.
Ahora ya no solo hay crisis de representación, sino también de los representantes. ¿Merece la pena explicar por qué ya no merece la pena exponerse al ataque del law fare, las fake news y los atentados por más días de reflexión sin acción que se tomen quienes son atacados frente a un ataque de impotencia? La crisis democrática fue aprovechada por los que pasan a poner en crisis los derechos que parecían parte de la democracia, pero que pueden dejar de serlo. La democracia sin ciudadanía no es democracia; sin los derechos que se ganaron gracias a la democracia es subdemocracia. Esa pulseada no puede definirse solo por las elecciones de candidatos/ as que dejan a la mayoría de la población también desilusionada, deprimida, quejosa, indiferente o impotente frente a una política que no resuelve sus problemas. Frente a la dicotomía de rendirse o confiar solo en la representación vaciada hay una alternativa, que es una ciudadanía activa: protestar, proponer y pulsear.
En ese sentido, la campaña “Mi voz, mi decisión” es una propuesta superadora porque tracciona una clave de la participación virtual –firmar cartas de demanda o de queja– pero que se expresa en un pedido concreto –blindar el acceso al aborto en la Unión Europea– y que tiene un punto central –no es solo local, sino regional, frente a toda la UE–, que no delega solo en quienes van a ser elegidos/as (impulsa una agenda más allá de quienes la digan, la lleven o la callen), se adelanta a los ataques de la extrema derecha (sin esperar a ser desbastado para defender lo que ya se sabe que está amenazado) y tiene la potencialidad de reconocer en la lucha del Sur Global por el derecho al aborto un movimiento superador, emancipador, anticolonial, antirracista y políticamente innovador.
Consulta popular
La campaña “Mi voz, mi decisión” es una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), una forma de consulta popular que se expresa a través de firmas (FIRMA EN ESTE ENLACE) y que intenta que, antes de las elecciones, el acceso al aborto forme parte de una agenda política que no puede dejar afuera los derechos de las mujeres y los cuerpos gestantes; que no acepte restricciones, objeciones, desfinanciamientos, obstáculos, complicaciones, culpabilizaciones de las personas que deciden interrumpir un embarazo y que pone un piso en los derechos sexuales y reproductivos que no pueden ser perforados. Y que, por supuesto, no deje afuera a ninguna migrante ni persona sin documento de un derecho humano fundamental.
La campaña intenta que se debata el blindaje del aborto en la UE, pero más allá de la meta concreta se abren los debates locales para permitir ampliar en cada país el alcance de las normas que se deberían mejorar, la necesidad de ampliar los plazos más allá de las 14 semanas; el acceso en la salud pública (sin dejar de preservar la función de las clínicas que garantizan el derecho al aborto a través de diferentes métodos); la necesidad de limitar o anular la objeción de conciencia; la posibilidad de penar la dilatación de médicos/as y funcionarios que hagan tardar o esperar sin sentido a la demandante de una Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE); la restricción de la posibilidad de invadir la intimidad de las niñas, adolescentes, mujeres o trans en los centros de salud donde llevan adelante el proceso, la prohibición de la publicidad engañosa de sectores antiderechos en Internet; el permiso para difundir líneas de salud sexual o de voluntarias que ayuden a abortar a otras mujeres y la importancia de la provisión de anticoncepción de largo plazo para adolescentes.
La ICE tiene como objetivo blindar el derecho al aborto seguro, gratuito y accesible para todas las mujeres europeas, sea cual sea el contexto de sus países, incluso que se pueda financiar viajar de un país a otro si hay restricciones en plazos, regulaciones o restricciones para que si una mujer tiene que abortar a las 18 semanas y en Francia no se lo permite (por ejemplo) pueda ir a los Países Bajos. O si una adolescente es acosada en la Italia de Giorgia Meloni, que pueda ir a Francia, donde se sienta más segura. Si la ICE sale adelante, los Estados miembro podrán solicitar apoyo financiero de la UE para garantizar el desplazamiento a las mujeres que lo necesiten.
La demanda de la iniciativa fue presentada ante la Comisión Europea por España (con la coordinación de Cristina Fallarás y Kika Fumero) junto con Nika Kova² (Institute 8th of March, Eslovenia); Ida Katariina Haapea (Unioni, Finlandia); Marta Lempart y Michalina Gabriela (Strajk Kobiet, Polonia); Zofia Ró²a²ska y Maya Ozbayoglu (Wschod, Polonia); Maria Mayrhofer y Flora Bachmann (#aufstehn, Austria); Iva Stanojevi² y Marija Trcol (Pariter, Croatia); y Alice Coffin (Ma Voix, Mon Choix, Francia).
Las activistas destacaron el aumento de los ataques políticos hacía el derecho al aborto por parte de partidos y gobiernos de extrema derecha en distintos países, con casos como los de Polonia, Malta o Italia. Las promotoras de la iniciativa llamaron a “proteger y hacer avanzar los derechos reproductivos, desde la idea de que el aborto es una parte esencial de los servicios básicos de salud pública y de que el derecho a decidir es un derecho humano fundamental”. La democracia tiene la posibilidad de demostrar que es fuerte con el movimiento más potente, global, dinámico del siglo XXI y el único capaz de enfrentar el avance del fascismo, la deshumanización y el odio: el feminismo.
El derecho al aborto es esencial para defender el derecho al deseo de las mujeres y el colectivo LGTTBQ. Pero también es sustancial para que el autoritarismo y los movimientos regresivos no se ensañen con el cuerpo y la libertad de las mujeres como una humillación necesaria para imponer el individualismo económico y la crueldad como forma de suprimir los derechos humanos. Por eso, “Mi voz, mi decisión” no es solo una iniciativa, es un impulso para que no haya meritocracia de aquello por lo que merece la pena luchar sino un cuerpo colectivo que defienda el deseo sobre el dolor y una democracia más fuerte antes de que la crisis ya no deje resortes con que defender la participación popular y el placer singular. (FIRMA EN ESTE ENLACE)
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