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"Mi ídolo es tonto", por Antonio Rico
Antonio Rico escribe sobre Lluis Llach. Publicado originalmente en el Mongolia de noviembre 2015
Pero tonto tonto. Tonto integral. Bobo de baba. Ésta es una confesión muy difícil de hacer porque uno tiende a ver el mundo en categorías sencillas. Y si alguien graba unos discos cojonudos, con unos temazos del copón y unas letras que hacen que se te caigan las bragas al leerlas, das por supuesto que además es un tío intelectualmente brillante, y buena persona, y qué sé yo. Los humanos somos así. Las cosas son blancas o negras. Si alguien es bueno, es bueno para todo. Si alguien es un majadero, es un majadero full time 24/7.
Y luego no. Es un rasgo de una madurez admirable poder decir "me encantan las canciones de John Lennon, aunque el tío debía de ser un gilipollas de mucho cuidado" o "menudas películas más buenas que hacía el facha de John Ford". Requiere una complejidad y una limpieza de análisis que no todo el mundo tiene. Supone un desarrollo emocional suficientemente adulto como para no quedar atrapado en las fascinaciones fanáticas infantiles y adolescentes. Hace mucho tiempo que los psicólogos han demostrado que las aptitudes humanas son independientes, de forma que se puede ser un genio en algunas de ellas y un auténtico retrasado en otras.
Como mi ídolo. Ha grabado "Viatge a Itaca", "Verges 50" o "Un pont de mar blava", discos gigantes como montañas que indican un talento musical, literario e interpretativo seguramente sin igual en la España de la segunda mitad del siglo XX. Y demuestra, a la luz de sus declaraciones recientes, un ideario político propio de una persona con un cociente intelectual de un solo dígito. Un tonto entre los tontos. Un tonto tan grande que un tonto mayor no puede ser pensado. Un tonto decorticado. Y yo soy un tipo maduro, analítico y adulto.
Y luego no. Es un rasgo de una madurez admirable poder decir "me encantan las canciones de John Lennon, aunque el tío debía de ser un gilipollas de mucho cuidado" o "menudas películas más buenas que hacía el facha de John Ford". Requiere una complejidad y una limpieza de análisis que no todo el mundo tiene. Supone un desarrollo emocional suficientemente adulto como para no quedar atrapado en las fascinaciones fanáticas infantiles y adolescentes. Hace mucho tiempo que los psicólogos han demostrado que las aptitudes humanas son independientes, de forma que se puede ser un genio en algunas de ellas y un auténtico retrasado en otras.
Como mi ídolo. Ha grabado "Viatge a Itaca", "Verges 50" o "Un pont de mar blava", discos gigantes como montañas que indican un talento musical, literario e interpretativo seguramente sin igual en la España de la segunda mitad del siglo XX. Y demuestra, a la luz de sus declaraciones recientes, un ideario político propio de una persona con un cociente intelectual de un solo dígito. Un tonto entre los tontos. Un tonto tan grande que un tonto mayor no puede ser pensado. Un tonto decorticado. Y yo soy un tipo maduro, analítico y adulto.