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"Malos sin adjetivos", por José Errasti
Esta columna fue publicada originalmente en el Mongolia número 58 de septiembre de 2017. Suscríbete si quieres apoyarnos en revistamongolia.com

A ver si lo entiendo. No hay que criticar al islam; eso es lo que los yihadistas quieren, ya que criticando al islam sólo se consigue que los musulmanes se sientan ofendidos y se radicalicen, existiendo la posibilidad de que algunos de ellos opten por la vía del terrorismo yihadista. Tampoco hay que alabar al islam; eso también es lo que los yihadistas quieren, ya que alabando al islam sólo se consigue que los musulmanes se sientan reforzados y se radicalicen, existiendo la posibilidad de que algunos de ellos opten por la vía del terrorismo yihadista. Y tampoco hay que ser neutro ante el islam; eso es lo peor, eso es lo que más quieren los yihadistas, ya que, por un lado, enfada a la extrema derecha musulmana y provoca que algunos de ellos opten por la vía del terrorismo yihadista, y, por otro lado, enfada a la extrema derecha cristiana y puede dar ocasión a agresiones a musulmanes que provoquen que algunos de ellos opten por la vía del terrorismo yihadista.
No conviene vincular el terrorismo que mata en nombre del islam con el islam; el vínculo es espurio, ya que la inmensa mayoría de los musulmanes no son terroristas. Tampoco conviene vincular al terrorismo religioso con la religión en general y defender el ateísmo; de nuevo tal conexión entre el discurso absolutamente totalitario de cualquier religión y el desprecio por la vida humana es completamente casual. El terrorismo yihadista no tiene que ver con la yihad, ni la yihad tiene que ver con el islam, ni el islam tiene que ver con la religión, ni la religión tiene que ver con el atraso y el subdesarrollo. Los terroristas son malos sin adjetivos, ya que cualquier adjetivo ofenderá al que también lo comparta sin ser terrorista.
Resumiendo: no hay que criticar ni defender el islam ni ser neutro ante él; no hay que relacionar a los que matan en el nombre del islam con la religión islámica ni con la religión en general; y, sobre todo, no hay que defender el ateísmo. Síganse estos sencillos principios y terminaremos con el terrorismo islamista en un pispás.
No conviene vincular el terrorismo que mata en nombre del islam con el islam; el vínculo es espurio, ya que la inmensa mayoría de los musulmanes no son terroristas. Tampoco conviene vincular al terrorismo religioso con la religión en general y defender el ateísmo; de nuevo tal conexión entre el discurso absolutamente totalitario de cualquier religión y el desprecio por la vida humana es completamente casual. El terrorismo yihadista no tiene que ver con la yihad, ni la yihad tiene que ver con el islam, ni el islam tiene que ver con la religión, ni la religión tiene que ver con el atraso y el subdesarrollo. Los terroristas son malos sin adjetivos, ya que cualquier adjetivo ofenderá al que también lo comparta sin ser terrorista.
Resumiendo: no hay que criticar ni defender el islam ni ser neutro ante él; no hay que relacionar a los que matan en el nombre del islam con la religión islámica ni con la religión en general; y, sobre todo, no hay que defender el ateísmo. Síganse estos sencillos principios y terminaremos con el terrorismo islamista en un pispás.