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La libertad sexual no es un teatro
Qué acertado estaba quien decía que el sexo solo es sucio si se hace bien. Y qué mal vista esa afirmación, si no tienes rabo entre las piernas (rabo heterosexual). Y seguramente haya un ataque de mojigatería en la ficción, y sigan predominando las moralejas contra la promiscuidad -salvo que seas el James Bond de Spectre- o a favor de relaciones que encajen en patrones conservadores. Cuesta cambiarlos. Pero la ficción también funciona como espejo de la realidad, y no faltan propuestas que reclaman la libertad sexual que nos falta. Ahí está el siempre subversivo Lars Von Trier, o Gaspar Noé denunciando en Love lo que les gusta a los gobiernos controlar el comportamiento sexual de la gente. En De repente tú, de Judd Apatow, la cómica Amy Schumer interpreta a una chavala tan activa sexualmente como cualquier guaperas cachondo típico en este tipo de cintas.
También en los escenarios hay ejemplos. En el madrileño Teatro del Barrio son tres los que están en cartel: para empezar, Freak, la ópera prima de la autora inglesa Anna Jordan, que se representará del 5 al 26 de marzo. Se vio por primera vez en el Festival de Edimburgo Fringe, en agosto de 2014. Causó muchísimo entusiasmo y pronto empezó a adaptarse por todo el mundo; en España se estrenó en el Teatro Pavón Kamikaze en 2019. Es una pieza que habla, con un lenguaje escénico sorprendente, de la presión que sufrimos para tener que actuar de determinada manera en territorio sexual. Dos mujeres con una diferencia de edad de veinticinco años comparten sentimientos y experiencias íntimas con crudeza, sin rodeos. Una de ellas, adolescente, fantasea con perder la virginidad, y se ha forjado un carácter muy dominado por las construcciones sociales. Se desvive por complacer a su novio y amigos. La otra es una mujer que roza los cuarenta y trabaja en un club erótico. Se siente vulnerable y poderosa al mismo tiempo. Hasta que algo se rompe dentro de ella.
En segundo lugar, el 19 de marzo se representará Vulva, una obra que se inspira en aquella mujer que se suicidó a causa de lo que la acosaron sus compañeras y compañeros de trabajo, en IVECO, tras difundirse un vídeo sexual que ella protagonizaba. En esta targicomedia, que ha escrito y dirige Irene Herrero, se nos invita a pensar en los prejuicios y la culpa que la sociedad patriarcal carga sobre los hombros de las mujeres que viven sin complejos su vida sexual. En el derecho a la intimidad, en la violencia digital y lo que se entrometen la ideología ultraconservadora y el fanatismo religioso en las vidas sexuales. ¿No tienen nada mejor que hacer? Tres actrices y dos actores (Silvia Vacas, Carmen Mayordomo/Mercedes Salvadores, Noemi Climent, Joaquín López-Bailo y Jesús Granda) se sumergen en un baile de máscaras de carnaval que se mueve a ritmo de cotilleos y mala baba. Aquí la trama se ha trasplantado a un colegio, para redoblar la apuesta y plantearnos también el efecto que tiene negarle una mínima educación sexual a nuestra infancia. Además, la pieza llama la atención, con su título, sobre lo poco familiarizada que está la gente con los genitales femeninos. Todo el mundo sabe dibujar un pene: los vemos por las puertas de los baños, los muros de la calle, los vagones de metro... Es una plaga en rotulador. Sin embargo, ¿se ven vaginas? ¿Sabríamos siquiera dibujar algo parecido a su apariencia real? Es el dibujo como síntoma de la desigualdad de género.
Por último, este fin de semana llega al Barrio, el 4 y 5 de marzo, la comedia Vierdingo, que vincula el rechazo a la orientación sexual con la salud mental y con salir de fiesta como vía de escape. Ya lo advirtió Íñigo Errejón, para mofa de inquilinas de escaño con muy pocas luces: teníamos problemas de salud mental, y, con la pandemia (y sus muertes sin duelo, su incertidumbre o la inestabilidad económica), se han desatado. Hay algo positivo: antes, la depresión, la ansiedad o hasta el suicidio eran tabúes, pero le estamos perdiendo el miedo a filtrarlos en las conversaciones. Esteban Garrido, el cincuenta por ciento de Volante de la puebla, lo hace también en esta obra que le valió el Premio Joven del Festival de Teatro de Molina de Segura. Hay música, luces y mucho color flúor. Bailamos y pensamos cómo, en un mundo donde expresar libremente nuestra condición sexual puede conllevar alguna forma de penalización o marginalidad, tener más apoyo psicológico ayuda a construir una sociedad más sana.
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