print $title?>
El juez ratifica que el ‘belén de Mongolia’ no es delito
El titular del juzgado número 12 de Barcelona, Sergio Escalona, ha decretado el sobreseimiento libre de la querella presentada por Manos Limpias contra dos de los editores de la revista satírica Mongolia. La organización ultraderechista basó la querella en supuestas “ofensas a los sentimientos religiosos”, delito que sigue en el Código Penal como rémora de la antigua blasfemia, a raíz de la portada de la publicación de diciembre de 2022, que evocaba un singular belén navideño con la figura del niño Jesús representada a través de un emoticón de un helado de chocolate, que Manos Limpias consideró un excremento.
El auto, que puede ser recurrido, es tajante al afirmar que las mofas y la crítica social a las religiones “están amparados por el derecho a la libertad de expresión”. La portada generó en su día la indignación de grupos ultracatólicos, que, alentados públicamente por el dirigente de Vox Jorge Buxadé, llegaron a presentar hasta cuatro querellas distintas.
La que ahora se archiva, presentada por Manos Limpias, recaló en Barcelona y obligó a dos coeditores de Mongolia, Pere Rusiñol y Darío Adanti, a declarar ante el juez como investigados. Otras tres querellas recalaron en los juzgados de Mataró (Barcelona) y pueden tener todavía recorrido. Fueron presentadas por Abogados Cristianos, Hazte Oír y una entidad que se reivindica carlista.
Lecturas personales
La coordinación de la defensa jurídica de Mongolia fue asumida por el abogado José Luis Mazón, que fue asistido desde Barcelona por el penalista Eloi Castellarnau. En su declaración ante el juez, Rusiñol y Adanti coincidieron en que la portada no pretendía ofender ningún sentimiento y ni siquiera mofarse de nadie, sino que se trataba de una crítica al papel social de la religión y una muestra de los complejos circuitos de la sátira, en la medida de que muchos de los ofendidos interpretan los chistes de acuerdo con su propio código mental.
Esta línea la desarrolla extensamente Darío Adanti en el monólogo principal del show de Mongolia para teatros, que, al igual que la propia la revista, combina la sátira con el periodismo, en este caso a través de una entrevista en vivo. El show se representa cada mes en el Teatro del Barrio de Madrid y en otras ciudades de España.
El episodio de la portada del belén de Mongolia es un ejemplo del fenómeno: a pesar de que se empleó el emoticón de un helado de chocolate, algunos creyeron ver que se trataba de un excremento. Pero incluso entre los convencidos de que era un excremento podía variar enormemente la interpretación: los grupos reaccionarios que se querellaron creyeron ver una mofa y un insulto, mientras que otros colectivos cristianos progresistas se dirigieron a Mongolia para felicitar al autor por lo que interpretaron como una crítica a la hipocresía de sectores pudientes que alaban a Dios pero en realidad lo tratan como una mierda al no seguir los preceptos cristianos en su día a día, por mucho que monten un gran belén por Navidad. Por su parte, otros lectores más escépticos vieron confirmados sus propias ideas: con tantas guerras el mundo no puede existir Dios, salvo que sea un mierda.
Cada loco con su tema y Mongolia en la de todos.
Mongolia nació en 2012 con el objetivo precisamente de contribuir a ensanchar el marco de la libertad de expresión en España -un elemento sustancial de toda democracia que se precie- y, de forma muy particular, en todos los aspectos derivados de los restos que quedan en la legislación como consecuencia de tantos años de nacional-catolicismo. Sin embargo, desde entonces este marco se ha ido achicando, como refleja el libro Libertad de impresión, editado por Mongolia con la coordinación de Fernando Muñoz para subrayarlo.
Inacción progresista
Algunos partidos progresistas explican su inacción a la hora de expurgar este tipo de delitos del Código Penal con el argumento de que la mayoría de causas acaban archivándose. Sin embargo, no siempre es así, como demuestra la condena a militantes del Coño Insumiso de Málaga, entre otros casos. Además, este tipo de procedimientos exigen gastos a los demandados, incluso si acaban archivándose, para afrontar los gastos de abogados, procuradores y logísticos, como viajes para ir a declarar. Es por ello que organizaciones como Amnistía Internacional y Europa Laica, que han apoyado a Mongolia en esta causa, advierten que la presentación de querellas puede verse como una forma de acoso judicial que coarta la libertad de expresión y lleva a la autocensura para evitarse problemas y ahorrarse gastos.
En el caso de Mongolia, todos los gastos derivados del acoso ultra han sido cubiertos gracias a la movilización extraordinaria de la comunidad de apoyo al proyecto, que siempre ha respondido a las campañas de micromecenazgo impulsadas para proseguir con su propósito. La mejor forma de apoyar este proyecto de sátira y periodismo independiente, así como su propósito de ensanchar los márgenes de la libertad de expresión en España, es con una suscripción.
Para dejar claro que Mongolia no tiene ninguna intención de amilanarse ante la presión ultracatólica, la empresa editora ultima ahora la edición del libro No hay Dios (probablemente), una selección de artículos del periodista Manolo Saco, con una trayectoria de más de tres décadas en la prensa, que se presentará en primavera.