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CENSURA
Cuando lo real no es lo verdadero
Foto de Antonio Guerra
(Matavenero)
Miren esta foto. Dos chicos lucen sus torsos desnudos al sol. Quizás sea primavera. Quién sabe. Son jóvenes, bellos y su mirada es limpia, inversamente proporcional a la suciedad que tiñó mi mirada cuando Facebook censuró el fotoreportaje donde aparecían por culpa de esta misma foto y que podéis visionar el final de este artículo. Su autor, el fotógrafo Antonio Guerra (Zamora 1981), todavía alucina ahora. Sucedió en cuestión de segundos. “O la quitas o te expulsamos de ‘nuestra’ red”, fue el mensaje de Facebook.
Foto Niña Naplam, autor Nick Ut (AP)
L'origine du monde (en español, El origen del mundo) Ramse Matíe Useche
Si te suena este hecho, no te sorprenderá saber que cada minuto millones de imágenes son censuradas en las plataformas ‘sociales’ como Facebook, Instagram o TikTiok. Con la defensa de luchar contra la pornografía o la pederastia, fotos como la de la niña vietnamita escapando de un bombardeo de npalm o de obras artísticas que forman parte del legado universal como, por ejemplo, “el origen del mundo”, también han sido censuradas.
Como muy bien explica el fotógrafo Joan Foncuberta, "La realidad no existe por sí misma. Es una construcción intelectual; y la fotografía es una herramienta para negociar nuestra idea de la realidad". El fotoperiodismo relata la parte traumática de la vida y la censura, añadiendo un trauma artificial al hecho retratado hace aumentar este dolor, nunca lo contrario. Es como si las cicatrices de la foto hablaran por sí mismas.
Marisol y WhatsApp fotos pechos de otras
“La foto es el agujero por donde la luz imprime el lado simbólico de la realidad”, escribe Joan Foncuberta. Luego entonces, ¿son las plataformas la ‘única realidad’? ¿De qué realidad? ¿Cómo es posible que so pretexto de la defensa de derechos civiles se acepte tal grado de censura?
Si volvemos la mirada hacia atrás, portadas históricas del destape en España (Marisol Interviú) hoy estarían prohibidas en las Redes. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Es verdad que pensar cada vez es más inútil? Mirar un ejemplo, los selfies no son importantes por lo qué explican. Sino para testimoniar que unos estuvo aquí: sano, listo, casto y vestido.
El carácter homogeneizador de las redes se expresa en los que el Jaron Lanier, creador del término ‘realidad virtual’ y hoy uno de los grandes azotes de Internet, expresa cuenta así: “Nadie sabe como funciona el algoritmo de Facebook o Google. Es imposible hackearlo. Mientras la CIA o la NASA han sido hackeadas es imposible descifrar el código que Facebook, Instagram o Google. Esto no sería importante si éstas plataformas no tuvieran la misión de “organizar la visión del mundo”, una visión siempre bajo la mirada de la élite de Silicon Valey.
La velocidad de rastreo es tan rápida que en menos de un minuto un fotograma de un desnudo puede será detectado si lo publicas en alguna de estas redes. El precio a pagar es la uniformidad del discurso o la expulsión de la ‘comunidad’. La invisibilidad tecnológica, el futuro sin empatía humana.
Tal es el descalabro que ya hay artistas y colectivos que publican fotos con pechos falsos o modistos como Jean Paul Gaultier, Y/Project o Balmain que reivindican el resurgir del vestido-desnudo.
Volviendo a nuestro país, encontramos fotógrafos como Onofre Bachiller que, harto de ser censurado, publica sus retratos de desnudos en Instagram añadiendo una franja que transforma la captura original, transformando la censura en parte del contenido. Las plataformas reprimen nuestra mirada, simplificando aquello que podemos representar sabiendo que sólo tendrá cabida lo feliz, casto y sano. Solo una parte de la verdad es real.
Hay fotógrafos como Kurt Caviezed que van más allá. En su serie “The Users” usa las cámaras de nuestros ordenadores para publicar fotos de escenas cotidianas ‘robadas’ que estarían censuradas. Paradójicamente, éstas no pueden censurarse porque aún habiéndose realizado sin el permiso de los fotografiados, son publicables ya que se han realizado gracias al poder intrusivo de la red. Esta obra denuncia que mientras nuestra intimidad sí puede violarse a través de las plataformas, nosotros no podemos expresarnos en ellas como queremos.
World PressPhoto
¿El mundo al revés? Mientras la foto de nuestra pareja de la ecoaldea de Matavenero, desnudos y bellos, es censurada, el WorldPressPhoto del 2017 premió una foto donde un terrorista blande una pistola con la que acaba de acribillar a un diplomático ruso. La belleza se prohíbe mientras que la violencia se exhibe.
La censura es dar por bueno que una sola canción sea el único himno de tu vida cuando todos tenemos nuestra melodía propia. Es dar por bueno que una gallina vaya al psicólogo para que le explique cómo se tiene que poner huevos. En definitiva es escoger lo mediocre por lo bueno a sabiendas que es lo peor. La red empezó con la utopía de construir un mundo más transparente y va camino de convertirse en lo contrario.
Firma: El Agente Zoom
¡APOYA A MONGOLIA!
Suscríbete a Mongolia y ayuda a consolidar este proyecto de periodismo irreverente e insumiso, a partir de solo 38 euros al año, o dona para la causa la cantidad que quieras. ¡Cualquier aportación es bienvenida!
(Matavenero)
Miren esta foto. Dos chicos lucen sus torsos desnudos al sol. Quizás sea primavera. Quién sabe. Son jóvenes, bellos y su mirada es limpia, inversamente proporcional a la suciedad que tiñó mi mirada cuando Facebook censuró el fotoreportaje donde aparecían por culpa de esta misma foto y que podéis visionar el final de este artículo. Su autor, el fotógrafo Antonio Guerra (Zamora 1981), todavía alucina ahora. Sucedió en cuestión de segundos. “O la quitas o te expulsamos de ‘nuestra’ red”, fue el mensaje de Facebook.
Foto Niña Naplam, autor Nick Ut (AP)
L'origine du monde (en español, El origen del mundo) Ramse Matíe Useche
Si te suena este hecho, no te sorprenderá saber que cada minuto millones de imágenes son censuradas en las plataformas ‘sociales’ como Facebook, Instagram o TikTiok. Con la defensa de luchar contra la pornografía o la pederastia, fotos como la de la niña vietnamita escapando de un bombardeo de npalm o de obras artísticas que forman parte del legado universal como, por ejemplo, “el origen del mundo”, también han sido censuradas.
Como muy bien explica el fotógrafo Joan Foncuberta, "La realidad no existe por sí misma. Es una construcción intelectual; y la fotografía es una herramienta para negociar nuestra idea de la realidad". El fotoperiodismo relata la parte traumática de la vida y la censura, añadiendo un trauma artificial al hecho retratado hace aumentar este dolor, nunca lo contrario. Es como si las cicatrices de la foto hablaran por sí mismas.
Marisol y WhatsApp fotos pechos de otras
“La foto es el agujero por donde la luz imprime el lado simbólico de la realidad”, escribe Joan Foncuberta. Luego entonces, ¿son las plataformas la ‘única realidad’? ¿De qué realidad? ¿Cómo es posible que so pretexto de la defensa de derechos civiles se acepte tal grado de censura?
Si volvemos la mirada hacia atrás, portadas históricas del destape en España (Marisol Interviú) hoy estarían prohibidas en las Redes. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Es verdad que pensar cada vez es más inútil? Mirar un ejemplo, los selfies no son importantes por lo qué explican. Sino para testimoniar que unos estuvo aquí: sano, listo, casto y vestido.
El carácter homogeneizador de las redes se expresa en los que el Jaron Lanier, creador del término ‘realidad virtual’ y hoy uno de los grandes azotes de Internet, expresa cuenta así: “Nadie sabe como funciona el algoritmo de Facebook o Google. Es imposible hackearlo. Mientras la CIA o la NASA han sido hackeadas es imposible descifrar el código que Facebook, Instagram o Google. Esto no sería importante si éstas plataformas no tuvieran la misión de “organizar la visión del mundo”, una visión siempre bajo la mirada de la élite de Silicon Valey.
La velocidad de rastreo es tan rápida que en menos de un minuto un fotograma de un desnudo puede será detectado si lo publicas en alguna de estas redes. El precio a pagar es la uniformidad del discurso o la expulsión de la ‘comunidad’. La invisibilidad tecnológica, el futuro sin empatía humana.
Tal es el descalabro que ya hay artistas y colectivos que publican fotos con pechos falsos o modistos como Jean Paul Gaultier, Y/Project o Balmain que reivindican el resurgir del vestido-desnudo.
Volviendo a nuestro país, encontramos fotógrafos como Onofre Bachiller que, harto de ser censurado, publica sus retratos de desnudos en Instagram añadiendo una franja que transforma la captura original, transformando la censura en parte del contenido. Las plataformas reprimen nuestra mirada, simplificando aquello que podemos representar sabiendo que sólo tendrá cabida lo feliz, casto y sano. Solo una parte de la verdad es real.
Hay fotógrafos como Kurt Caviezed que van más allá. En su serie “The Users” usa las cámaras de nuestros ordenadores para publicar fotos de escenas cotidianas ‘robadas’ que estarían censuradas. Paradójicamente, éstas no pueden censurarse porque aún habiéndose realizado sin el permiso de los fotografiados, son publicables ya que se han realizado gracias al poder intrusivo de la red. Esta obra denuncia que mientras nuestra intimidad sí puede violarse a través de las plataformas, nosotros no podemos expresarnos en ellas como queremos.
World PressPhoto
¿El mundo al revés? Mientras la foto de nuestra pareja de la ecoaldea de Matavenero, desnudos y bellos, es censurada, el WorldPressPhoto del 2017 premió una foto donde un terrorista blande una pistola con la que acaba de acribillar a un diplomático ruso. La belleza se prohíbe mientras que la violencia se exhibe.
La censura es dar por bueno que una sola canción sea el único himno de tu vida cuando todos tenemos nuestra melodía propia. Es dar por bueno que una gallina vaya al psicólogo para que le explique cómo se tiene que poner huevos. En definitiva es escoger lo mediocre por lo bueno a sabiendas que es lo peor. La red empezó con la utopía de construir un mundo más transparente y va camino de convertirse en lo contrario.
Firma: El Agente Zoom
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