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"Casos aislados", por José Errasti
Esta columna fue publicada originalmente en el Mongolia nº55 de mayo de 2017. Si quieres que continuemos con estos contenidos, suscríbete a Mongolia en revistamongolia.com
En la vida todo son casos aislados. Una película de cine no son más que un montón de fotografías aisladas puestas en fila en una cinta. Las letras que vemos en una pantalla de ordenador no son tales, sino un montón de píxeles diminutos aislados que se encienden y se apagan de forma independiente. Golpéese ahora mismo un muslo con su puño: ¿lo ha sentido? Un físico teórico le demostrará que las aisladísimas partículas de su mano, separadas entre sí por universos enteros de vacío, no han llegado ni siquiera a tocar a las aisladísimas partículas de su pierna, igualmente perdidas en medio de una eternidad de nada absoluta. ¿Corrupción en el PP? Es injusto llamarla así; en rigor, se trata de personas aisladas que actúan de forma independiente. La política cuántica lo ha demostrado y Pablo Casado no para de repetirlo: “la corrupción afecta a personas y nunca a partidos”.
Y, sin embargo, nosotros vemos movimiento en la pantalla del cine. Es un fenómeno que se conoce como “efecto phi”: si las fotografías se suceden muy rápidamente, superando las doce imágenes por segundo -el cine llega a proyectar veinticuatro-, entonces dejan de ser imágenes sueltas y se convierten en una secuencia animada. Hace falta investigar el fenómeno phi en política; ¿a partir de cuántos casos aislados de corrupción por segundo, los casos aislados dejan de ser casos aislados y se convierten en el alma del Partido Popular? En mi televisor veo puntos naranjas, blancos y negros, pero si se mueven más de doce veces por segundo entonces se convierten en la cara de Pablo Casado. Las palabras “la”, “corrupción”, “afecta”, “a”, “personas”, “y”, “nunca”, “a”, “partidos”, no son más que nueve palabras sueltas. Pero si las dices una detrás de otra muy rápido, entonces se convierten en una vileza.
Y, sin embargo, nosotros vemos movimiento en la pantalla del cine. Es un fenómeno que se conoce como “efecto phi”: si las fotografías se suceden muy rápidamente, superando las doce imágenes por segundo -el cine llega a proyectar veinticuatro-, entonces dejan de ser imágenes sueltas y se convierten en una secuencia animada. Hace falta investigar el fenómeno phi en política; ¿a partir de cuántos casos aislados de corrupción por segundo, los casos aislados dejan de ser casos aislados y se convierten en el alma del Partido Popular? En mi televisor veo puntos naranjas, blancos y negros, pero si se mueven más de doce veces por segundo entonces se convierten en la cara de Pablo Casado. Las palabras “la”, “corrupción”, “afecta”, “a”, “personas”, “y”, “nunca”, “a”, “partidos”, no son más que nueve palabras sueltas. Pero si las dices una detrás de otra muy rápido, entonces se convierten en una vileza.