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"Golondrina": sinhogarismo, adicciones, Tirso de Molina y un Madrid de alquileres imposibles
Golondrina es una obra unipersonal con autoría y dirección de Beatriz Mateos e interpretación de Candela Solé que del 28 de septiembre al 7 de octubre se representará en la Sala de los Balcones del Teatro del Barrio.
Andrea es una joven que se ve obligada por la policía a despedirse de su casa. Un trozo de calle de Tirso de Molina, entre flores y basura, otras personas yonkies y paseantes. Un rincón que ella ha ido construyendo a lo largo de los años. Su mente caótica y sus repentinos juegos nos acompañan en un viaje en el que Andrea crea un universo paralelo para dejar de vivir en primera persona su desgracia. Dejar Madrid y mudarse a China significará su salvación.
Golondrina es una obra unipersonal con autoría y dirección de Beatriz Mateos e interpretación de Candela Solé que del 28 de septiembre al 7 de octubre se representará en la Sala de los Balcones del Teatro del Barrio. “La idea nace un poco a contracorriente”, recuerda Beatriz. “Al principio no tenía un rumbo fijo, solo una forma o un estilo de hablar. Tenía un personaje sin identidad que tenía su propio lenguaje, y que funcionaba asociando pensamientos que se le mezclaban con sonidos, silencios y canciones”.
¿Se puede hablar de un tema como el sinhogarismo o las adicciones con humor?
Creemos que hay que reírse de las desgracias de una misma y del mundo, si no nos riéramos de ellas nos iríamos al carajo. El humor negro te ayuda a superar lo malo y te prepara para un mundo hostil; y no hay nada mejor que hacer humor en el teatro. Es una muy buena forma de hacerse escuchar y que la gente empatice, si fuera un drama, nadie sensato aguantaría sentado una hora. Y no hay que olvidar que todos nos vamos a morir, que nada es tan importante, y que si una broma te ofende es que igual te crees demasiado importante.
¿Cómo es Andrea, el personaje protagonista de la obra?
Andrea es una chica de veintipico años que es adicta y que lleva viviendo en la calle unos cuantos años. Ha ido recogiendo objetos aleatorios porque simplemente le han hecho gracia. Es infantil, caótica y ocurrente. Dice lo primero que se le pasa por la cabeza, por eso habla con silencios y canciones. Su pasado se le aparece para abstraerse de la realidad y olvidarse del presente.
Andrea reivindica el hecho de que la sociedad no te hace un hueco si no tienes una aspiración en la vida, una opinión o un punto de vista.
Cualquiera de nosotras podríamos ser Andrea, ¿verdad? ¿Somos conscientes de lo poco que nos separa?
La gente tiende a juzgar al adicto sin saber que es una enfermedad y que una parte de su cerebro funciona diferente que la del resto. Decirle a un adicto que no tiene fuerza de voluntad o que no quiere ser ayudado es como decirle a alguien que tiene la rodilla rota que corra. Defender esos argumentos desde nuestra posición de privilegio no hace más que perpetuar estigmas en cuanto a la adicción o a la gente sin hogar. Efectivamente, todas podríamos ser Andrea.
¿Se está volviendo Madrid cada vez menos habitable?
Si te quieres deprimir una tarde solo tienes que entrar en Idealista.
Todos pluriempleados con sueldos precarios… Y lo de vivir en el centro, olvídate, mejor vive a las afueras y paga el abono de transporte. Madrid lo mismo que te acoge, te escupe para que te vuelvas a tu pueblo y tengas que volver a empezar a construirte una vida.
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Andrea es una joven que se ve obligada por la policía a despedirse de su casa. Un trozo de calle de Tirso de Molina, entre flores y basura, otras personas yonkies y paseantes. Un rincón que ella ha ido construyendo a lo largo de los años. Su mente caótica y sus repentinos juegos nos acompañan en un viaje en el que Andrea crea un universo paralelo para dejar de vivir en primera persona su desgracia. Dejar Madrid y mudarse a China significará su salvación.
Golondrina es una obra unipersonal con autoría y dirección de Beatriz Mateos e interpretación de Candela Solé que del 28 de septiembre al 7 de octubre se representará en la Sala de los Balcones del Teatro del Barrio. “La idea nace un poco a contracorriente”, recuerda Beatriz. “Al principio no tenía un rumbo fijo, solo una forma o un estilo de hablar. Tenía un personaje sin identidad que tenía su propio lenguaje, y que funcionaba asociando pensamientos que se le mezclaban con sonidos, silencios y canciones”.
¿Se puede hablar de un tema como el sinhogarismo o las adicciones con humor?
Creemos que hay que reírse de las desgracias de una misma y del mundo, si no nos riéramos de ellas nos iríamos al carajo. El humor negro te ayuda a superar lo malo y te prepara para un mundo hostil; y no hay nada mejor que hacer humor en el teatro. Es una muy buena forma de hacerse escuchar y que la gente empatice, si fuera un drama, nadie sensato aguantaría sentado una hora. Y no hay que olvidar que todos nos vamos a morir, que nada es tan importante, y que si una broma te ofende es que igual te crees demasiado importante.
¿Cómo es Andrea, el personaje protagonista de la obra?
Andrea es una chica de veintipico años que es adicta y que lleva viviendo en la calle unos cuantos años. Ha ido recogiendo objetos aleatorios porque simplemente le han hecho gracia. Es infantil, caótica y ocurrente. Dice lo primero que se le pasa por la cabeza, por eso habla con silencios y canciones. Su pasado se le aparece para abstraerse de la realidad y olvidarse del presente.
Andrea reivindica el hecho de que la sociedad no te hace un hueco si no tienes una aspiración en la vida, una opinión o un punto de vista.
Cualquiera de nosotras podríamos ser Andrea, ¿verdad? ¿Somos conscientes de lo poco que nos separa?
La gente tiende a juzgar al adicto sin saber que es una enfermedad y que una parte de su cerebro funciona diferente que la del resto. Decirle a un adicto que no tiene fuerza de voluntad o que no quiere ser ayudado es como decirle a alguien que tiene la rodilla rota que corra. Defender esos argumentos desde nuestra posición de privilegio no hace más que perpetuar estigmas en cuanto a la adicción o a la gente sin hogar. Efectivamente, todas podríamos ser Andrea.
¿Se está volviendo Madrid cada vez menos habitable?
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