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El desconocido Don Quijote de los Cerros
Por José Luis Mazón
El miércoles 23 de agosto de 2023 Bonifacio de la Cuadra Fernández, alias Boni, y periodista de raza, ha muerto a los 83 años (1940) de un cáncer de hígado, que se le había detectado en julio de este año. Era el 23 de agosto, curiosamente, la fecha de su aniversario de boda con Marisa, quien dejó el mundo años atrás.
Como dice su hija Ana, “era un romántico” y era grato a los dioses, lo que se deduce de que tuvo el poder de escoger la muerte en la onomástica de la boda con la dama de sus pensamientos.
En ese mismo mes de julio, cuando se le detecta la enfermedad, acudí a visitarle al hospital La Paz de Madrid, junto con su amiga Ana Pascual, también discípula. Allí, y para levantarle el ánimo, le recordé alguna de las noticias memorables que dio desde El País y hasta nos reímos, y él me pidió entonces, ante las dos Anas, su amiga y su hija: “Escribe mi necrológica”. Y eso hago.
Tengo que reconocer que no me ha sido fácil porque hay tantas cosas de 30 años de amistad e interacción que no es fácil separar la paja del grano o “quintaesenciar” (la palabra mágica del periodismo) en 1.800 palabras que me he fijado como techo.
El periodista que lo contaba todo. Su íntima amiga Sol Gallego, exdirectora de El País, hizo la primera necrológica, el mismo 23, donde decía que Boni era el “periodista que lo contaba todo”. Y yo añado, de mi cosecha, que no solo con los lectores sino también con los amigos más allegados practicaba una especie de “nudismo” en donde lo ponía sin tapujos todo o casi todo al Sol, pienso que seguramente para nutrir al astro rey y que por este a su vez en devolución de favores, se renovase su fuerza, que era Boni hombre también de artificios secretos y hasta de un cierto culto al lado oculto de la vida o “destino”.
Su libro Crónica secreta de la Constitución emula este gusto suyo por contar lo que nadie ha contado. Y esta necrológica, por ser en su honor, también está imbuida de su mismo espíritu, y podría titularse “lo que no sabéis de Bonifacio de la Cuadra y a través mío él os cuenta”.
Boni nace en Úbeda con un abuelo “Bonifacio” y en el santo del abuelo (¿la cábala?) y de ahí del suelo patrio donde el cielo le dio asiento usó el apelativo de “Don Quijote de los Cerros”, apelativo con que se identifica en una curiosa exaltación (dedicada al escudero Panzón, ese soy yo) a “caballero andante de los once condenados” que me hizo el 7 de julio de 2005, al poco de estar jubilado y tomándose su tiempo, a elaborar un texto de 26 páginas manuscritas con sus tachados y rectificaciones, que guardaré como oro en paño, luego convertidas en 12 páginas a mecanografiado. Lo interesante es que por ella podemos sacar la “esencia” o “evangelio ético” del Don Quijote de los Cerros, sus entresijos morales, la verdadera razón de ser de su venida al mundo.
Y siguiendo el pliego del Cide Hamete no hablo de oídas, puesto que me estoy basando por tanto en “escrituras auténticas” sobre sus pensamientos. Y así leyendo el pergamino veo que el periodismo era para él un campo de lucha, de modo que aprueba la exaltación porque entre los fines de la andante se integra el ser “luchador de los menesterosos y oprimidos, defensor de causas justas frente a los facinerosos o detentadores del poder”; “empeño en que los jueces y escribanos impartieran justicia en sus propios términos”.
Yo doy fe como lector suyo desde los ochenta que ha sido él muy fiel al mandato de las causas justas y desopresor de los opresos y opresor de los opresores.
El título caballeril que el de los Cerros impuso al escudero Panzón como “Caballero de los Once Condenados” trae causa de una conjunción astral, origen de la condena ganada por el aspirante o por sus astros protectores, fechada el viernes 23 de enero de 2004 de la Sala Civil del Supremo, integrada por 11 magistrados, contra 11 magistrados del Pleno del Tribunal Constitucional por inadmitir estos once un amparo sin motivar la decisión, rúbrica de una condena de 500 euros por barba constitucional, que yo como ganador invertí – confieso- que ser grato al cielo y derivé al mayor damnificado del TC que he conocido, del cual hablo más abajo, completando la historia según el pergamino del Cide Hamete de nuestro relato.
Eutanasia de Ramón Sampedro.- Cuando al director de Mar adentro, Amenábar, un periodista argentino le pregunta por qué se ocupa de la historia de Ramón Sampedro, ocurrida años atrás, él contesta “porque seguían publicándose cosas”. Y esa publicidad era una continua exclusiva de “BoniPaís” al cual tanto yo como el otro abogado del caso, Jorge Arroyo, informábamos de los movimientos ante el Comité de Derechos Humanos, que tras su muerte era ya seguido por su cuñada y heredera de Ramón, Manuela Sanlés. Así que la implantación del derecho de básica humanidad a la muerte indolora tiene un alto porcentaje de la lucha de este Don Quijote de los Cerros, que ayudó la causa del que se sacrificó con su vida y muerte filmada, otro Don Quijote, este de la Eutanasia, que fue Ramón Sampedro Cameán un “mártir” y “santo” del derecho a la muerte digna.
Juez butanero y de larga mano- Los casos “bonifaciles” se extendían al universo entero. Y así escribió “BoniPaís” sobre los negocios de industria de butano de un juez famoso, que vivía como un gran rico y por familia lo era. El juez tenía lazos con la titularidad de la propiedad, y devino uno de los elementos importantes en que el juez no era un Perico de los Palotes judicial o un cualquiera, sino que tuvo “mano”, que no fue poca, para convocar una reunión a tres bandas donde estaba él, el propio Polanco, propietario de El País, y Boni, y es que el juez butanero quería una rectificación con presencia del propio Polanco (¿quién pudo ser el mediador o conseguidor de esa reunión nunca vista?). Y fue que, sin dejar hablar a su jefe, Boni se anticipa y dice que para poder afeitarse él ante el espejo esa rectificación no se da contra una información que es verdad. Polanco parece que se quedó sorprendido, pero aceptó la decisión de su periodista, BoniPaís. Una aventura de las de riesgo, que fue esta, y finalmente de provecho, que diría Sancho.
El extraño caso de la señora Coito. El de los Cerros acudió en auxilio periodístico de una mujer que había estado liada con un alto jefe judicial, un presidente de Tribunal Superio de Justicia, del cual tuvo un hijo. Ella reclamaba sus derechos ante los jueces de familia del territorio del padre y este usaba el cargo para impedir la justicia. Boni de los Cerros publicó la noticia a todo trapo, ayudando a desfacer tuerto.
Presos y discriminación de títulos nobiliarios en la mujer de las familias aristócratas.
Si el Don Quijote rompió la cadena de los galeotes dándole suelta para que volvieran al Toboso y se presentaran a Dulcinea cargados con sus cadenas, hizo nuestro Caballero de los Cerros otro caso semejante, pues para abrirse paso en favor de los derechos de los presos, Boni tuvo que luchar contra la dirección del periódico, en defensa de los encerrados, pero a base de codazos y de santa paciencia sacaba adelante verdaderas informaciones, que reforzaban su condición de desfacerzor de tuertos y aminorador del sufrimiento de los modernos galeotes.
Y aunque era un republicano, no por ello dejaba de ayudar a las mujeres nobles en su lucha por la igualdad en la sucesión de los títulos nobiliarios, discriminadas frente al hermano menor por ser él varón y ellas mujeres. Los defensores de la primacía del varón, los gigantes de la Diputación de la Grandeza (que de ella poco tenían), se dice que invirtieron 100 millones de pesetas en los apoyos al privilegio del varón, pero Isabel Hoyos, marquesa discriminada por su hermano menor, logró sacar el apoyo de BoniPais totalmente gratis por el puro derecho o justicia. Y eso que Boni le dijo a Isabel: “Yo estoy en contra de los títulos nobiliarios”, pero no aceptaba la discriminación entre hombres y mujeres.
Justicia militar dependiente del Gobierno. El caso de los dos desertores de la Guerra del Golfo de 1991.
Los dos abogados de los desertores, Manuel Blázquez y José Antonio Escalada, ambos residentes en Barcelona, abogados que éramos José Ríos y yo, le informamos de las vicisitudes del proceso de justicia militar contra estos desertores de una guerra claramente injusta. El trabajo de Boni destacaba por su total independencia, respecto de otro compañero, que era claramente un aliado del estamento militar. El día y la noche oscura del alma.
Dinero para un desamparado. Bajo este titular BoniPaís logró sacar en 2004 una contraportada contando la historia de Antonio Pérez Ortín, un joven que sufrió, a comienzos de los noventa, el disparo de un perturbado en Mazarrón (Murcia) y al que los jueces de la Audiencia Nacional, del Supremo y luego del Constitucional negaron la protección exigida por un descuido del guardia civil encargado de que no se escapase el loco, el cual logró robarle la pistola al guardia custodio con la que mató a un hombre y disparó contra el Seat 127 que conducía el joven Antonio Pérez Ortín y cuya bala se le alojó en la columna. Pues bien, esa contraportada, que daba cuenta de que el joven mazarronero había sido el elegido para recibir el donativo de los 5.500 euros que los magistrados hubieron de pagar a favor del picapleitos demandador, contraportada que por cierto no era bien vista por la jefatura del periódico, pero que fue sacada “con fórceps” por nuestro Don Quijote de los Cerros, dio un resultado de habemus miraculum o se ha producido el milagro.
Así, los ediles del pueblo de Mazarrón, al saber por la contraportada de BoniPaís, la mala suerte e injusticia sufrida por su vecino y el hecho del donativo recibido, decidió hacerle otro (un regalo genera otro) y así tomó el acuerdo de nombrarle ciudadano honorario y además de sacar una plaza del turno libre para informático, profesión que era la del joven Antonio, pidiendo a los vecinos que no se presentara nadie para que Antonio lograra la plaza. Y así ocurrió. El milagro tuvo lugar y donde los tribunales habían denegado protección Boni la logró cual milagroso efecto por mor del buen corazón también de las gentes de su Ayuntamiento (todos los grupos apoyaron la causa) y del pueblo en conjunto. Así que Boni, aunque laico e incluso anticlerical, méritos tiene para la “beabonitificacion”. Muchos más méritos que aquel que se hizo jefe de una secta de numerarios y que a base del “poderoso caballero” y maleteros de dinero negro, según se comenta, alcanza primero la beatificación y luego la santidad, que obtenida de este conducto más bien puede llamarse “satanidad”.
Derecho a la nacionalidad española de los saharauis.
No era “neutralista” ante la injusticia, usó su trabajo de periodista Boni para desfacer tuertos y así con su amigo el fiscal del Tribunal Supremo Chamorro, fiscal jefe de la Sala Civil, se conjuntó para que lograra que los saharauis tuvieran nacionalidad española. Y Chamorro se dejó empujar por la justicia de los saharauis traicionados por Juan Carlos a favor de Marruecos.
Y no tuvo exención de riesgos la historia, sino que en trastienda tuvo su alto peligro esta aventura, peligro que me gustaría contar y no puedo, baste saber que como era acto propicio de la caballería más pura como siempre nuestro Don Quijote salió airoso por la protección que le dispensaba el cielo, cuyos detalles me quedo con las ganas de contar y no puedo.
Querido Boni-Don Quijote de los Cerros: gracias por haber existido y mejorado con tu empeño la humanidad de esta nuestra especie en declive. Todos los que fuimos “bonifaciados”, los que lo saben y los que no lo saben, quedamos en deuda contigo. En otras existencias que aún nos restan para alcanzar la paz infinita nivelaremos las cuentas. Hasta que la “diosa muerte” nos vuelva a cruzar los caminos, amigo sempiterno.
Foto del momento de la ordenación del escudero Panzón por el Caballero Don Quijote de los Cerros (derecha), en Madrid el 7 de julio de 2005