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Entrevista a: ALEJO STIVEL, músico y productor
«También en la música hay más dinero y más desigualdad que nunca»
En la última edición de ‘Mongolity’, el show mongolity que combina sátira con entrevistas en vivo, el Reality News entrevistó al músico y productor Alejo Stivel (Buenos Aires, 1959), fundador de Tequila, la exitosa pero efímera banda de rock que en buena medida compuso la banda sonora de la Transición en España. Stivel, que está trabajando en sus memorias, tiene una gran vinculación histórica con todas las izquierdas, tanto en España como en América Latina.
El mundo de la música está asociado a menudo a una imagen de frivolidad. ¿Están justificados estos estereotipos?
Está muy relacionado sobre todo con el rock: chicas, drogas, sexo, dinero… Y es real. En los 60 y 70, los artistas más de izquierdas tiraron más hacia la canción protesta, con letras más de denuncia…
Pero no es tu caso.
Yo procedo de una familia y un entorno muy de la izquierda radical, víctima de la dictadura argentina y, finalmente, exiliado. Con estas vivencias creo que el instinto me hizo hacer una música que yo mismo llamo escapista, con letras como “vamos a tocar un rock and roll en la plaza del pueblo”. Al analizarlo hoy creo que fue una reacción a esa tragedia. Lo que quería era pasarla bien, divertirme. La tragedia era tan fuerte que mejor cantar, bailar y drogarse.
Pero antes, en Buenos Aires, como adolescente, eras militante político y al mismo tiempo te gustaba ya el rock, a pesar de que en cierta tradición de izquierdas estaba mal visto y hasta lo relacionaban con el imperialismo. ¿En tu familia molestaban estas querencias para el rock?
¡Para nada! Mi familia era muy militante, pero nada prejuiciosa. A mis padres les gustaban mucho los Beatles y los Rolling Stones. De hecho mi primer disco de los Beatles me lo regaló mi madre a los cinco años. Nunca viví una dicotomía entre el rock y la política. Militaba en organizaciones de institutos de secundaria, en la Unión de Estudiantes Secundarios, que era peronista de izquierdas, lo cual no alcanza en una charla para explicarlo.
¿Habría que hacer un monográfico?
Tampoco alcanzaría. Necesitaríamos por lo menos unos meses encerrados.
¿Pero al menos tú lo has entendido?
Sí, pero no lo sé explicar bien. Fuera de bromas, realmente es muy complejo. La visión que se tiene del peronismo en España es que Perón era amigo de Franco. Y había hasta peronistas nazis. Pero también peronistas marxistas y leninistas. Por esto he subrayado lo de peronista de izquierdas.
Ese joven peronista de izquierdas pero también rockero llega a España, monta un grupo, Tequila, y la peta. En términos capitalistas podría decirse que hicisteis un pelotazo.
Nos fue muy bien, sí. Siempre he defendido que querer que los demás vivan bien no tiene por qué estar reñido con el querer vivir bien tú también. ¡No hay que ser pobre para ser de izquierdas!
¿También en aquella época, escapista, te seguías considerando de izquierdas?
Sí, además siempre he apreciado las contradicciones. Me gusta vivir bien y disfrutar de la vida, y tampoco soy infeliz si no tengo tal o cual cosa. Al mismo tiempo quiero que la gente no se muera de hambre y tenga buena sanidad, educación pública, buen empleo y pueda vivir dignamente.
¿Cómo es posible que tan poca gente conozca a Tequila en Argentina, todavía hoy?
No la conoce casi nadie. Mis apellidos estaban en listas negras durante la dictadura: mi padre y mi madre, que se separaron, y también luego el marido de mi madre y la mujer de mi padre. Hace un tiempo se encontró en un sótano del Ministerio del Interior la lista negra oficial: la integraban 300 personas y cuatro eran mis padres. La discográfica española mandaba las canciones a Argentina, convencida de que ahí también tenían que pegar, pero veían mi apellido y las metían en un cajón: nunca se editaron. Después, cuando la dictadura cayó ya había acabado también Tequila. Justo ahora acabo de tocar en Buenos Aires por primera vez: ¡en 2023!
¿Y cómo fue?
¡Muy bien! Estaba muy nervioso me imponía mucho. Fue en el BAFICI, el festival internacional de cine: en un teatro para 500 personas, primero se proyectaba el documental Tequila. Sexo, drogas y rock and roll [2022, Movistar+] y luego yo tocaba. Estaba muy inquieto pensando que nadie conocería las canciones y no estoy acostumbrado a salir a un escenario y que la gente no lo cante todo. Pero el teatro estaba lleno y todo fue estupendamente.
¿Y cómo ves el país?
¿Nos encerramos también con llave? Explicar Argentina es demasiado complicado. Se trata de un país suramericano, pero con una estructura social casi europea, el único que históricamente ha tenido una clase media que le asemejaba a países como Italia o España. Pero luego, desde la década de 1960, ha habido una pauperización brutal.
Las diferencias en políticas de memoria entre España, con tantos cadáveres aún en las cunetas, y Argentina, con juicios a los represores, son abismales. ¿A qué se deben estas diferencias?
Aquí el dictador murió en la cama, gobernando, y algunas cosas quedaron atadas, y tan bien atadas, que no sé si algún día se desatarán. En Argentina no podemos decir que la dictadura fue vencida, pero sí que se autodestruyó. Fue terrible y trágica, pero duró mucho menos que en España y por tanto dejó menos poso. Pero aunque se pudieron hacer los juicios, quedó lo que se llama “la grieta” y ahora han aparecido personajes en la ultraderecha como Javier Milei, que tiene más del 25% de intención de voto, que dejan a Santiago Abascal casi como si se tratara de John Kennedy. ¡Y no exagero!
El sector industrial de la música está muy agitado y con el modelo de negocio en el aire. ¿Va a ser posible vivir de la música?
La música está generando más dinero que nunca. Antes, cuando un cantante como Bruce Springsteen la petaba, vendía 10 millones de discos. Ahora tiene 500 millones de reproducciones. Ha cambiado el concepto, pero hay negocio. El problema es que cambia tan rápidamente que es muy difícil de predecir. Y sucede lo mismo que en la economía en general: hay más dinero que nunca, y puede conseguirse en menos tiempo, y a la vez más desigualdad e incertidumbre.
Entre tus muchos amigos en la izquierda destacaba Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Qué le viste que la mayoría no fuimos capaces de ver? Era un tipo muy especial. Ser ministro del Interior no es el puesto más popular ni el que genera más cariño. Y al final de su carrera se inmoló presentándose a las elecciones sabiendo que no tenía ninguna posibilidad de ganar: era un soldado de la militancia. Estar en el Gobierno es muy complicado y hacer avanzar tus ideas en la práctica, también. Pero en la distancia corta se observaba que Alfredo no tenía ninguno de los defectos que sí le he visto a tantos políticos.
Ver la entrevista completa en el Mongolity:
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El mundo de la música está asociado a menudo a una imagen de frivolidad. ¿Están justificados estos estereotipos?
Está muy relacionado sobre todo con el rock: chicas, drogas, sexo, dinero… Y es real. En los 60 y 70, los artistas más de izquierdas tiraron más hacia la canción protesta, con letras más de denuncia…
Pero no es tu caso.
Yo procedo de una familia y un entorno muy de la izquierda radical, víctima de la dictadura argentina y, finalmente, exiliado. Con estas vivencias creo que el instinto me hizo hacer una música que yo mismo llamo escapista, con letras como “vamos a tocar un rock and roll en la plaza del pueblo”. Al analizarlo hoy creo que fue una reacción a esa tragedia. Lo que quería era pasarla bien, divertirme. La tragedia era tan fuerte que mejor cantar, bailar y drogarse.
Pero antes, en Buenos Aires, como adolescente, eras militante político y al mismo tiempo te gustaba ya el rock, a pesar de que en cierta tradición de izquierdas estaba mal visto y hasta lo relacionaban con el imperialismo. ¿En tu familia molestaban estas querencias para el rock?
¡Para nada! Mi familia era muy militante, pero nada prejuiciosa. A mis padres les gustaban mucho los Beatles y los Rolling Stones. De hecho mi primer disco de los Beatles me lo regaló mi madre a los cinco años. Nunca viví una dicotomía entre el rock y la política. Militaba en organizaciones de institutos de secundaria, en la Unión de Estudiantes Secundarios, que era peronista de izquierdas, lo cual no alcanza en una charla para explicarlo.
¿Habría que hacer un monográfico?
Tampoco alcanzaría. Necesitaríamos por lo menos unos meses encerrados.
¿Pero al menos tú lo has entendido?
Sí, pero no lo sé explicar bien. Fuera de bromas, realmente es muy complejo. La visión que se tiene del peronismo en España es que Perón era amigo de Franco. Y había hasta peronistas nazis. Pero también peronistas marxistas y leninistas. Por esto he subrayado lo de peronista de izquierdas.
Ese joven peronista de izquierdas pero también rockero llega a España, monta un grupo, Tequila, y la peta. En términos capitalistas podría decirse que hicisteis un pelotazo.
Nos fue muy bien, sí. Siempre he defendido que querer que los demás vivan bien no tiene por qué estar reñido con el querer vivir bien tú también. ¡No hay que ser pobre para ser de izquierdas!
¿También en aquella época, escapista, te seguías considerando de izquierdas?
Sí, además siempre he apreciado las contradicciones. Me gusta vivir bien y disfrutar de la vida, y tampoco soy infeliz si no tengo tal o cual cosa. Al mismo tiempo quiero que la gente no se muera de hambre y tenga buena sanidad, educación pública, buen empleo y pueda vivir dignamente.
¿Cómo es posible que tan poca gente conozca a Tequila en Argentina, todavía hoy?
No la conoce casi nadie. Mis apellidos estaban en listas negras durante la dictadura: mi padre y mi madre, que se separaron, y también luego el marido de mi madre y la mujer de mi padre. Hace un tiempo se encontró en un sótano del Ministerio del Interior la lista negra oficial: la integraban 300 personas y cuatro eran mis padres. La discográfica española mandaba las canciones a Argentina, convencida de que ahí también tenían que pegar, pero veían mi apellido y las metían en un cajón: nunca se editaron. Después, cuando la dictadura cayó ya había acabado también Tequila. Justo ahora acabo de tocar en Buenos Aires por primera vez: ¡en 2023!
¿Y cómo fue?
¡Muy bien! Estaba muy nervioso me imponía mucho. Fue en el BAFICI, el festival internacional de cine: en un teatro para 500 personas, primero se proyectaba el documental Tequila. Sexo, drogas y rock and roll [2022, Movistar+] y luego yo tocaba. Estaba muy inquieto pensando que nadie conocería las canciones y no estoy acostumbrado a salir a un escenario y que la gente no lo cante todo. Pero el teatro estaba lleno y todo fue estupendamente.
¿Y cómo ves el país?
¿Nos encerramos también con llave? Explicar Argentina es demasiado complicado. Se trata de un país suramericano, pero con una estructura social casi europea, el único que históricamente ha tenido una clase media que le asemejaba a países como Italia o España. Pero luego, desde la década de 1960, ha habido una pauperización brutal.
Las diferencias en políticas de memoria entre España, con tantos cadáveres aún en las cunetas, y Argentina, con juicios a los represores, son abismales. ¿A qué se deben estas diferencias?
Aquí el dictador murió en la cama, gobernando, y algunas cosas quedaron atadas, y tan bien atadas, que no sé si algún día se desatarán. En Argentina no podemos decir que la dictadura fue vencida, pero sí que se autodestruyó. Fue terrible y trágica, pero duró mucho menos que en España y por tanto dejó menos poso. Pero aunque se pudieron hacer los juicios, quedó lo que se llama “la grieta” y ahora han aparecido personajes en la ultraderecha como Javier Milei, que tiene más del 25% de intención de voto, que dejan a Santiago Abascal casi como si se tratara de John Kennedy. ¡Y no exagero!
El sector industrial de la música está muy agitado y con el modelo de negocio en el aire. ¿Va a ser posible vivir de la música?
La música está generando más dinero que nunca. Antes, cuando un cantante como Bruce Springsteen la petaba, vendía 10 millones de discos. Ahora tiene 500 millones de reproducciones. Ha cambiado el concepto, pero hay negocio. El problema es que cambia tan rápidamente que es muy difícil de predecir. Y sucede lo mismo que en la economía en general: hay más dinero que nunca, y puede conseguirse en menos tiempo, y a la vez más desigualdad e incertidumbre.
Entre tus muchos amigos en la izquierda destacaba Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Qué le viste que la mayoría no fuimos capaces de ver? Era un tipo muy especial. Ser ministro del Interior no es el puesto más popular ni el que genera más cariño. Y al final de su carrera se inmoló presentándose a las elecciones sabiendo que no tenía ninguna posibilidad de ganar: era un soldado de la militancia. Estar en el Gobierno es muy complicado y hacer avanzar tus ideas en la práctica, también. Pero en la distancia corta se observaba que Alfredo no tenía ninguno de los defectos que sí le he visto a tantos políticos.
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