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El combate del siglo: ‘Mongolia vs Ortega Cano’ ya está en la ONU
La publicación satírica pide al Comité de Derechos Humanos de Ginebra que analice su condena en España por la viñeta satírica sobre el matador
El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, con sede en la Avenida de la Paz de Ginebra, ha recibido ya el escrito impulsado por Mongolia solicitando su intervención ante la vulneración del derecho a la libertad de expresión y a la sátira por la condena, firme, que obligó a la empresa editora de la revista a pagar una indemnización de 40.000 euros al matador José Ortega Cano por la difusión de una viñeta satírica.
El escrito ha sido formalmente presentado por el humorista gráfico y autor de la viñeta, Darío Adanti, socio de Editorial Mong, SL, y redactado por José Luis Mazón, abogado de larga y exitosa trayectoria en litigios ante dicho comité. Con esta acción, Mongolia aspira a recuperar los 40.000 euros que tuvo que pagar en la indemnización al matador, una multa que puso en riesgo la continuidad misma del proyecto periodístico y que únicamente pudo hacer efectiva gracias a la movilización extraordinaria del pueblo mongol. Ha sido también la propia comunidad la que ahora ha hecho posible este paso internacional, gracias a que 501 personas se sumaron a la última campaña de micromecenazgo para acudir a las instancias internacionales tras la negativa del Tribunal Constitucional a admitir a trámite el recurso presentado por los abogados de Mongolia contra la sentencia del Tribunal Supremo.
Condena al Estado
Además de recuperar el dinero, que en caso de éxito debería abonar el Estado por no haber garantizado un procedimiento justo y respetuoso con el ejercicio de los derechos fundamentales, la iniciativa de Mongolia pretende también conseguir la intervención de las instancias internacionales ante el evidente deterioro de la libertad de expresión en España, con márgenes cada vez más estrechos para la sátira.
La revista acaba de comprobarlo de nuevo: cuatro entidades ultracatólicas han presentado sus respectivas querellas contra Mongolia por la portada del pasado diciembre, en el que se representaba un Belén con el emoticón de un helado de chocolate evocando al niño Jesús. Los querellantes sostienen que dicho emoticón es en realidad un excremento y aluden al delito de “ofensas a los sentimientos religiosos”, el eufemismo que en la práctica mantiene vigente en el Código Penal el delito de blasfemia en el año 2023 en un país de la Unión Europea.
El escrito presentado por Mazón en el Comité de Derechos Humanos de Ginebra considera que los tribunales españoles han violado el derecho a la libertad de expresión de Adanti y de Mongolia, a pesar de ser “notorio y visible” que “la caricatura [sobre Ortega Cano] no constituía ninguna ofensa vejatoria contra el torero, sino un uso legítimo y crítico de su fama de matador y hábito de ingesta de bebidas alcohólicas”. El documento, que se ha remitido a todos los mecenas, subraya el perfil de personaje público de Ortega Cano, repasa la legislación española, que expresamente permite el derecho a caricaturizar a todo el mundo sin necesidad de pedir permiso, y contextualiza la vertiente crítica de la viñeta ante un personaje reverenciado pese a haber sido condenado por matar a una persona, Carlos Parra, conduciendo ebrio.
De Frascuelo a la diosa Maat
Mazón inserta el caso, y la condena por parte de los tribunales españoles, en “el trasfondo histórico”, característico de España, “del enfrentamiento entre la razón natural de la ilustración humana, que incluye el derecho a la sátira contra el poder” y las dinámicas propias del nacional- catolicismo, que siempre ha tenido en los toreros uno de los ingredientes constitutivos del mito. El abogado recupera para explicárselo a los magistrados de la ONU los famosos versos de Antonio Machado, que en De charanga y pandereta citaba al torero Frascuelo: “La España de charanga y pandereta / cerrado y sacristía / devota de Frascuelo y de María […] / esa España inferior que ora y embiste / cuando se digna usar de la cabeza”.
El letrado señala con rigor las sólidas bases jurídicas de la petición de Mongolia sin renunciar por ello al registro satírico y jocoso en algunas ocasiones, como cuando pone de manifiesto que los magistrados españoles que han abordado la causa no han aplicado la legislación vigente, que otorga una protección especial a la libertad de expresión: “Este artículo legal [que permite las caricaturas sin pedir permiso] será pasado por el arco del triunfo por el sanedrín de jueces intervinientes en el proceso, dignos de condena ellos en su juicio final ante la mitología de la diosa Maat porque con esa falta de racionalidad con que han decidido no pasarán el juicio famoso de la diosa egipcia”, reza el escrito. Y añade: “Si los antiguos egipcios andaban en lo cierto, todos renacerán en el mundo animal de los instintos por no haber superado el uso de la razón cuando en vida humana tuvieron la oportunidad”. La última temporada de Mongolia vs Ortega Cano acaba de arrancar. Y, como no podía ser de otra forma, la sátira estará muy presente.
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El escrito ha sido formalmente presentado por el humorista gráfico y autor de la viñeta, Darío Adanti, socio de Editorial Mong, SL, y redactado por José Luis Mazón, abogado de larga y exitosa trayectoria en litigios ante dicho comité. Con esta acción, Mongolia aspira a recuperar los 40.000 euros que tuvo que pagar en la indemnización al matador, una multa que puso en riesgo la continuidad misma del proyecto periodístico y que únicamente pudo hacer efectiva gracias a la movilización extraordinaria del pueblo mongol. Ha sido también la propia comunidad la que ahora ha hecho posible este paso internacional, gracias a que 501 personas se sumaron a la última campaña de micromecenazgo para acudir a las instancias internacionales tras la negativa del Tribunal Constitucional a admitir a trámite el recurso presentado por los abogados de Mongolia contra la sentencia del Tribunal Supremo.
Condena al Estado
Además de recuperar el dinero, que en caso de éxito debería abonar el Estado por no haber garantizado un procedimiento justo y respetuoso con el ejercicio de los derechos fundamentales, la iniciativa de Mongolia pretende también conseguir la intervención de las instancias internacionales ante el evidente deterioro de la libertad de expresión en España, con márgenes cada vez más estrechos para la sátira.
La revista acaba de comprobarlo de nuevo: cuatro entidades ultracatólicas han presentado sus respectivas querellas contra Mongolia por la portada del pasado diciembre, en el que se representaba un Belén con el emoticón de un helado de chocolate evocando al niño Jesús. Los querellantes sostienen que dicho emoticón es en realidad un excremento y aluden al delito de “ofensas a los sentimientos religiosos”, el eufemismo que en la práctica mantiene vigente en el Código Penal el delito de blasfemia en el año 2023 en un país de la Unión Europea.
El escrito presentado por Mazón en el Comité de Derechos Humanos de Ginebra considera que los tribunales españoles han violado el derecho a la libertad de expresión de Adanti y de Mongolia, a pesar de ser “notorio y visible” que “la caricatura [sobre Ortega Cano] no constituía ninguna ofensa vejatoria contra el torero, sino un uso legítimo y crítico de su fama de matador y hábito de ingesta de bebidas alcohólicas”. El documento, que se ha remitido a todos los mecenas, subraya el perfil de personaje público de Ortega Cano, repasa la legislación española, que expresamente permite el derecho a caricaturizar a todo el mundo sin necesidad de pedir permiso, y contextualiza la vertiente crítica de la viñeta ante un personaje reverenciado pese a haber sido condenado por matar a una persona, Carlos Parra, conduciendo ebrio.
De Frascuelo a la diosa Maat
Mazón inserta el caso, y la condena por parte de los tribunales españoles, en “el trasfondo histórico”, característico de España, “del enfrentamiento entre la razón natural de la ilustración humana, que incluye el derecho a la sátira contra el poder” y las dinámicas propias del nacional- catolicismo, que siempre ha tenido en los toreros uno de los ingredientes constitutivos del mito. El abogado recupera para explicárselo a los magistrados de la ONU los famosos versos de Antonio Machado, que en De charanga y pandereta citaba al torero Frascuelo: “La España de charanga y pandereta / cerrado y sacristía / devota de Frascuelo y de María […] / esa España inferior que ora y embiste / cuando se digna usar de la cabeza”.
El letrado señala con rigor las sólidas bases jurídicas de la petición de Mongolia sin renunciar por ello al registro satírico y jocoso en algunas ocasiones, como cuando pone de manifiesto que los magistrados españoles que han abordado la causa no han aplicado la legislación vigente, que otorga una protección especial a la libertad de expresión: “Este artículo legal [que permite las caricaturas sin pedir permiso] será pasado por el arco del triunfo por el sanedrín de jueces intervinientes en el proceso, dignos de condena ellos en su juicio final ante la mitología de la diosa Maat porque con esa falta de racionalidad con que han decidido no pasarán el juicio famoso de la diosa egipcia”, reza el escrito. Y añade: “Si los antiguos egipcios andaban en lo cierto, todos renacerán en el mundo animal de los instintos por no haber superado el uso de la razón cuando en vida humana tuvieron la oportunidad”. La última temporada de Mongolia vs Ortega Cano acaba de arrancar. Y, como no podía ser de otra forma, la sátira estará muy presente.
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