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La compañía Vacaburra nos habla de identidad de género con su “humor bisturí”
Gena, en el Teatro del Barrio ya se estrenó un texto tuyo, Elisa y Marcela. ¿Hay algo de aquel montaje en este nuevo?
El texto de Elisa y Marcela lo firman las Panadeiras, que como ya sabéis son Noelia, Areta y Ailén, a las que me sumo yo también. Toda la pieza es una reivindicación de ese trabajo conjunto, en colectivo y hecho a pie de escena con intérpretes que pueden crear y con una figura de dirección que se entiende desde otro lugar más horizontal y menos endiosada. Mucho de esto, creo que está en casi todos los montajes en los que participo, también una clara reivindicación del humor como herramienta de creación, de denuncia y de transmisión de conocimientos. Así como el trabajo centrado en el cuerpo, la danza y la referencia a las corporalidades diversas e identidades disidentes.
¿Qué es una metodología carroñera?
El nombre de metodología carroñera viene del teórico Jack Hallberstam que habla de estas metodologías de investigación torcidas, flexibles que utilizan todos los métodos posibles a su alcance que mezclan lenguajes, herramientas y disciplinas sin temer la incoherencia, que bastardean, que se fijan en la carroña como metáfora de algo que aparentemente está muerto pero que en su descomposición se transforma y genera nueva vida.
¿Por qué es tan importante para vosotras, como creadoras, el humor? Vosotras habéis hablado de que el vuestro es “humor bisturí”.
Siempre he defendido el humor como una herramienta escénica imprescindible, directa y que desarma de una manera muy clara el poder establecido, capaz de dar en la diana de una forma muy precisa, de ahí eso del 'humor bisturí'. Para nuestra formación VACAburra, formada junto a Andrea Quintana, es también uno de los ejes principales de nuestras creaciones y aunque pueda parecer, lo contrario, sigue siendo una herramienta en la que hasta hace muy poco a las creadoras no se nos consideraba y que aún hoy en día sigue molestando mucho al poder establecido y a esta sociedad hetero patriarcal con algunos sectores cada vez más rancios.
También habéis mencionado como necesario dar visibilidad en escena a la diversidad sexual, y atacar el pensamiento hegemónico. ¿Notáis esa hegemonía ya algo más porosa últimamente? ¿Es un problema de autoridad en el discurso?
Nos encanta eso de hablar de porosidad, de eso y de huecos, fisuras y desvíos, que son algunas de las cosas que necesitamos para desarmar el pensamiento hegemónico que está aún demasiado vigente. Vemos más que necesario, continuar trabajando en creaciones que hablan desde una visibilidad de las disidencias sexo-genéricas, de las corporalidades, de la diversidad, de los feminismos, en un mundo como el escénico que podría dar una falsa apariencia de vivir en un limbo de fantasía donde nos asemejamos a ectoplasma vagando en suspensión ajeno a todas estas cuestiones que en realidad nos atraviesan igualmente de lleno. Estas Metodologías carroñeras para cuerpos invertidos reivindican precisamente, esas genealogías dislocadas que desafiaron y desafían desde la autoridad del arte y la cultura las estructuras de un pensamiento único con discursos heterogéneos y que nos pueden servir de guía, ayudándonos a reutilizar, reciclar y bastardear para crear nuevos caminos iniciados por hordas -que los somos- de rares, desviadas y bastardas.
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