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A 19 años del asesinato de José Couso, su crimen, en el teatro
El monólogo Fuego Amigo, que hoy se puede ver, a las 19:30h, en el madrileño Teatro del Barrio, recuerda el asesinato del cámara José Couso en Irak, por tropas estadounidenses.
El 8 de abril de 2003, Estados Unidos prácticamente había consumado la invasión de Irak. Alrededor del mediodía, un tanque estadounidense disparó contra el Hotel Palestina de Bagdad, donde se hospedaban unos 200 periodistas de todo el mundo. Ocurría cuando se registraba un intercambio de artillería en el puente de Al Jumhuriya, sobre el río Tigris. Uno de los tanques M1A1 Abrams de la división Alpha levantó su torreta y disparó contra el ala norte del hotel. La carga impactó de lleno en los pisos 14, 15 y 16. En el 14 estaba filmando el cámara español José Couso, que murió unas horas después. Su familia y compañeros iniciaron entonces un laberinto judicial y de dolor: se archivó varias veces la causa en la que se procesó a tres militares estadounidenses, acusados de un delito contra la comunidad internacional. Hubo reaperturas, la posición de la Fiscalía siempre en contra de la investigación. La pasividad de los gobiernos, el rechazo de Estados Unidos a colaborar, las filtraciones de Wikileaks. Esta tarde, el monólogo Fuego Amigo, con texto y dirección de Juanma Romero, interpretación de Marta Alonso y música en directo de Beatriz Vaca (Narcoléptica), recuerda aquel crimen de guerra en el Teatro del Barrio.
Marta, Juanma, ¿cómo os documentasteis para realizar esta obra?
Leímos todo lo que estaba publicado sobre José Couso, además de sumergirnos en las imágenes de aquella época. Para nosotros, fueron decisivos los testimonios recogidos en La mirada incómoda, obra publicada por los amigos y familiares de José Couso. Allí encontramos al José más humano y cotidiano, el joven enamorado del cine, que desea ser director de fotografía como Néstor Almendros. Nos interesaban los hechos históricos tanto como reflejar quien fue la persona que murió asesinada en aquel hotel de Irak en 2003.
¿Por qué la decisión de hacer un monólogo con música en directo?
Porque no deseábamos hacer un teatro documental al uso. Queríamos adentrarnos en la herida, que sentimos colectiva. El fuego amigo es un viaje al trauma que aparece tras la onda expansiva. Una serie de voces evocan el hecho, desde una conciencia poética. La música de Beatriz (Narcoléptica) era la idónea para hacer ese viaje.
¿Cómo ha cambiado la obra desde que se estrenó?
Las obras de nuestra compañía, Vuelta de Tuerca, siempre están abiertas al cambio, y de ahí el nombre, siempre sentimos que se puede dar otra vuelta de tuerca a los materiales a los que trabajamos. Cuando la obra se estrenó, por ejemplo, tenía un final cíclico, donde esa voz rapsódica volvía al inicio, a la manera de los dispositivos beckettianos. Sin embargo, conforme la representamos, nos dimos cuenta de que pedía un final más abierto y reivindicativo. Y lo reescribimos. De modo que ahora la última frase de la función es otra, y más ajustada a lo que queremos transmitir: “La cámara no va a dejar de grabar”.
La idea es que se represente cada 8 de abril como otra forma de reivindicación, ¿no? El teatro puede ser ese lugar.
Nos encantaría, y si Marta y Bea están disponibles así lo haremos. De hecho, el año que viene se cumplen 20 años del asesinato de José, y si la familia no deja de manifestarse en esa fecha, siendo todo un ejemplo de resistencia, ¿por qué no hacer nosotros lo mismo?
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Leímos todo lo que estaba publicado sobre José Couso, además de sumergirnos en las imágenes de aquella época. Para nosotros, fueron decisivos los testimonios recogidos en La mirada incómoda, obra publicada por los amigos y familiares de José Couso. Allí encontramos al José más humano y cotidiano, el joven enamorado del cine, que desea ser director de fotografía como Néstor Almendros. Nos interesaban los hechos históricos tanto como reflejar quien fue la persona que murió asesinada en aquel hotel de Irak en 2003.
¿Por qué la decisión de hacer un monólogo con música en directo?
Porque no deseábamos hacer un teatro documental al uso. Queríamos adentrarnos en la herida, que sentimos colectiva. El fuego amigo es un viaje al trauma que aparece tras la onda expansiva. Una serie de voces evocan el hecho, desde una conciencia poética. La música de Beatriz (Narcoléptica) era la idónea para hacer ese viaje.
¿Cómo ha cambiado la obra desde que se estrenó?
Las obras de nuestra compañía, Vuelta de Tuerca, siempre están abiertas al cambio, y de ahí el nombre, siempre sentimos que se puede dar otra vuelta de tuerca a los materiales a los que trabajamos. Cuando la obra se estrenó, por ejemplo, tenía un final cíclico, donde esa voz rapsódica volvía al inicio, a la manera de los dispositivos beckettianos. Sin embargo, conforme la representamos, nos dimos cuenta de que pedía un final más abierto y reivindicativo. Y lo reescribimos. De modo que ahora la última frase de la función es otra, y más ajustada a lo que queremos transmitir: “La cámara no va a dejar de grabar”.
La idea es que se represente cada 8 de abril como otra forma de reivindicación, ¿no? El teatro puede ser ese lugar.
Nos encantaría, y si Marta y Bea están disponibles así lo haremos. De hecho, el año que viene se cumplen 20 años del asesinato de José, y si la familia no deja de manifestarse en esa fecha, siendo todo un ejemplo de resistencia, ¿por qué no hacer nosotros lo mismo?
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