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Manén, el ‘santo’ que admiró a Hitler y Franco.
La Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona glorifican al compositor a los 50 años de su muerte pasando por alto su adhesión a los regímenes totalitarios.
Por Plácido Mur, Jaime del Blanco y Oriol Pérez i Treviño.
Desde el pasado 4 de noviembre y hasta el próximo 6 de febrero de 2022 se expone en el Museu de la Música de Barcelona, la institución perteneciente al Ayuntamiento de la ciudad, la exposición Joan Manén: orgullo y destino, con la que, según este museo, quiere mantenerse fiel a su compromiso de difusión del patrimonio musical catalán y se suma así a la celebración del Año Manén en el cincuentenario de la muerte de este controvertido violinista y compositor.
Conmemorar un compositor no tiene nada de extraño, si no fuera porque la citada exposición, extensible al conjunto de todas las actividades y programaciones impulsadas por la asociación que lleva el nombre de este compositor, ha pasado siempre por alto, voluntariamente y de forma acrítica, un pequeño detalle: su declarado filonazismo y apoyo al régimen franquista.
Y no solo eso: lo más polémico del caso es que lejos de erigir una visión histórica y musicológica del compositor de forma rigurosa, se ha proyectado una sombra de genio totalmente incomprendido donde toda la cuestión de apoyo a los regímenes totalitarios se ha eludido en nombre de una inexistente posición apolítica que ni sus contemporáneos ni cualquier historiador con un mínimo de sensatez y decencia se atrevería a afirmar.
Lejos de una visión histórica y musicológica rigurosa, se proyecta a un genio incomprendido.
¿El resultado? Que en el momento en que el Ayuntamiento de Barelona ha cuestionado muy severamente figuras históricas por su pasado, resulta que un museo de su responsabilidad cultural blanquea a todo un declarado fascista, xenófobo y machista que, en su método de violín, dejó escritas expresiones tan misóginas como que “los arrastres no deben convertirse en lloriqueos de mujer histérica” o bien su grito racista en la forma de tocar el instrumento “desde que invadieron los nuevos ritmos negroides y epileptiformes”.
Todo esto no fue fruto de un mal día de Manén, sino que era su forma megalómana habitual de comportarse y que era conocida a rabiar por sus contemporáneos, incluido su secretario personal, Artur Menéndez Aleyxandre, que no se pudo evitar dejar escrito: “Manén. Bajo una apariencia teatral, prosopéyica, altiva y culta, hay una mentalidad de bufón, de payaso inculto, deforme, grotesca, caricaturesca que se complace en humoradas de mal gusto, en reteos mezquinos”.
Los exiliados catalanes republicanos, en su Cuaderno de estudios políticos, económicos y sociales, con fecha del 17 de octubre de 1946, publicaron la siguiente nota: “El violinista Joan Manén, gran admirador de Hitler y de su sistema, reaparecerá en breve frente al público barcelonés como director de una orquesta sinfónica”. El Cuaderno era una revista mensual publicada en Perpiñán promovida por los intelectuales catalanes en el exilio. El objetivo de la publicación era dar a conocer noticias de la España franquista y del resto del mundo.
El violinista fue de los pocos músicos ensalzados en ‘Signal’, la revista filonazi del régimen.
Bien era conocido su filonazismo, porque Manén fue uno de los pocos compositores que apareció fotografiado en la revista nazi Signal, uno de los órganos de propaganda del régimen donde se explicaba el desarrollo de la guerra, pero donde también se promovían y daban a conocer aquellas personalidades del mundo de la ciencia, la sociedad o la cultura afines al nazismo. Joan Manén fue una de ellas y la prueba es la reproducción que ahora mostramos y que salió publicada en el número 10 (mayo de 1941), en su página 30, donde aparece tocando para un auditorio repleto de oficiales de las SS y que tenía una portada dedicada al mariscal Erwin Rommel.
Resulta evidente que en publicaciones como Signal no aparecían ni Robert Gerhard o Josep Valls, por mencionar a dos de los más importantes compositores exiliados, sino únicamente aquellos que, como Manén, dieron muestras evidentes de estar a favor de Hitler.
Introductor antisemita
Lejos de hacer caso al sabio consejo de Rumi que alertaba de los peligros de buscar entre las ramas aquello que solo se encuentra en las raíces, la mencionada asociación y las instituciones públicas, incluida la Generalitat de Catalunya, que declaró el 2021 como Any Manén, no han investigado a fondo quién fue, por ejemplo, el introductor de Manén en Alemania: fue el antisemita barón Ernst von Wolzogen (1855-1934), hermanastro de Hans von Wolzogen, conocido por desarrollar las estrafalarias tesis de etnoteísmo expuestas en las Bayreuther Blätter, donde se acuñó por primera vez el concepto de “el problema judío” y se dio voz, entre otros, a Alfred Rosenberg, ideólogo de cabecera del NSDAP además de responsable principal de cultura en el partido durante los años previos a la toma de poder y donde Manén intensificó, no lo olvidemos, su lugar en el escenario musical alemán. Pero, ¿podemos considerar a Manén un filonazi en toda regla? No es una respuesta fácil porque, en años posteriores, consideró, desde las páginas de La Vanguardia, a Hitler como nefando. Más bien estamos ante un interesado avant la lettre, superdotado musicalmente, pero totalmente incapaz de ver más allá de sí mismo. Con él la mentira podía aparecer en cualquier momento, como la que encontramos en Mis experiencias, donde, hacia 1907, aseguraba cartearse con el compositor P.I. Tchaikovsky a pesar que este había fallecido el 6 de noviembre de 1893.
Acólito franquista, con apoyo del alcalde falangista Antoni Maria Simarro i Puig, en 1954, en la época más dura de la dictadura, proyectó la construcción de un Auditorio Manén, que debería haber sido su pequeño Bayreuth, proyecto que fracasó en parte porque los negocios de su esposa en la isla de Cuba se vieron incautados por la revolución castrista.
El 9 de febrero de 2021, en un acto en el Palau de la Música catalana, ante importantes responsables institucionales, se aseguró que Manén debía erigirse como faro y guía en la recuperación histórica musical del país. 2021 Any Manén y con una calle que lleva su nombre en la zona de la Font d'en Fargues de Barcelona. Por si fuera poco, hace unos años se creyó que la interpretación de su straussiana Nova Catalònia era la mejor manera para impulsar un concierto con motivo de la Diada de Catalunya el 11 de septiembre. Ni que decir tiene que no faltó la correspondiente exhibición de la estelada de rigor en la barandilla del podio del director de orquesta, lo cual demuestra cómo el independentismo no tiene reparos en cobijar a todas las ideologías, desde la derecha más intolerante hasta la izquierda más radical. Si Manén hubiese levantado la cabeza.
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Desde el pasado 4 de noviembre y hasta el próximo 6 de febrero de 2022 se expone en el Museu de la Música de Barcelona, la institución perteneciente al Ayuntamiento de la ciudad, la exposición Joan Manén: orgullo y destino, con la que, según este museo, quiere mantenerse fiel a su compromiso de difusión del patrimonio musical catalán y se suma así a la celebración del Año Manén en el cincuentenario de la muerte de este controvertido violinista y compositor.
Conmemorar un compositor no tiene nada de extraño, si no fuera porque la citada exposición, extensible al conjunto de todas las actividades y programaciones impulsadas por la asociación que lleva el nombre de este compositor, ha pasado siempre por alto, voluntariamente y de forma acrítica, un pequeño detalle: su declarado filonazismo y apoyo al régimen franquista.
Y no solo eso: lo más polémico del caso es que lejos de erigir una visión histórica y musicológica del compositor de forma rigurosa, se ha proyectado una sombra de genio totalmente incomprendido donde toda la cuestión de apoyo a los regímenes totalitarios se ha eludido en nombre de una inexistente posición apolítica que ni sus contemporáneos ni cualquier historiador con un mínimo de sensatez y decencia se atrevería a afirmar.
Lejos de una visión histórica y musicológica rigurosa, se proyecta a un genio incomprendido.
¿El resultado? Que en el momento en que el Ayuntamiento de Barelona ha cuestionado muy severamente figuras históricas por su pasado, resulta que un museo de su responsabilidad cultural blanquea a todo un declarado fascista, xenófobo y machista que, en su método de violín, dejó escritas expresiones tan misóginas como que “los arrastres no deben convertirse en lloriqueos de mujer histérica” o bien su grito racista en la forma de tocar el instrumento “desde que invadieron los nuevos ritmos negroides y epileptiformes”.
Todo esto no fue fruto de un mal día de Manén, sino que era su forma megalómana habitual de comportarse y que era conocida a rabiar por sus contemporáneos, incluido su secretario personal, Artur Menéndez Aleyxandre, que no se pudo evitar dejar escrito: “Manén. Bajo una apariencia teatral, prosopéyica, altiva y culta, hay una mentalidad de bufón, de payaso inculto, deforme, grotesca, caricaturesca que se complace en humoradas de mal gusto, en reteos mezquinos”.
Los exiliados catalanes republicanos, en su Cuaderno de estudios políticos, económicos y sociales, con fecha del 17 de octubre de 1946, publicaron la siguiente nota: “El violinista Joan Manén, gran admirador de Hitler y de su sistema, reaparecerá en breve frente al público barcelonés como director de una orquesta sinfónica”. El Cuaderno era una revista mensual publicada en Perpiñán promovida por los intelectuales catalanes en el exilio. El objetivo de la publicación era dar a conocer noticias de la España franquista y del resto del mundo.
El violinista fue de los pocos músicos ensalzados en ‘Signal’, la revista filonazi del régimen.
Bien era conocido su filonazismo, porque Manén fue uno de los pocos compositores que apareció fotografiado en la revista nazi Signal, uno de los órganos de propaganda del régimen donde se explicaba el desarrollo de la guerra, pero donde también se promovían y daban a conocer aquellas personalidades del mundo de la ciencia, la sociedad o la cultura afines al nazismo. Joan Manén fue una de ellas y la prueba es la reproducción que ahora mostramos y que salió publicada en el número 10 (mayo de 1941), en su página 30, donde aparece tocando para un auditorio repleto de oficiales de las SS y que tenía una portada dedicada al mariscal Erwin Rommel.
Resulta evidente que en publicaciones como Signal no aparecían ni Robert Gerhard o Josep Valls, por mencionar a dos de los más importantes compositores exiliados, sino únicamente aquellos que, como Manén, dieron muestras evidentes de estar a favor de Hitler.
Introductor antisemita
Lejos de hacer caso al sabio consejo de Rumi que alertaba de los peligros de buscar entre las ramas aquello que solo se encuentra en las raíces, la mencionada asociación y las instituciones públicas, incluida la Generalitat de Catalunya, que declaró el 2021 como Any Manén, no han investigado a fondo quién fue, por ejemplo, el introductor de Manén en Alemania: fue el antisemita barón Ernst von Wolzogen (1855-1934), hermanastro de Hans von Wolzogen, conocido por desarrollar las estrafalarias tesis de etnoteísmo expuestas en las Bayreuther Blätter, donde se acuñó por primera vez el concepto de “el problema judío” y se dio voz, entre otros, a Alfred Rosenberg, ideólogo de cabecera del NSDAP además de responsable principal de cultura en el partido durante los años previos a la toma de poder y donde Manén intensificó, no lo olvidemos, su lugar en el escenario musical alemán. Pero, ¿podemos considerar a Manén un filonazi en toda regla? No es una respuesta fácil porque, en años posteriores, consideró, desde las páginas de La Vanguardia, a Hitler como nefando. Más bien estamos ante un interesado avant la lettre, superdotado musicalmente, pero totalmente incapaz de ver más allá de sí mismo. Con él la mentira podía aparecer en cualquier momento, como la que encontramos en Mis experiencias, donde, hacia 1907, aseguraba cartearse con el compositor P.I. Tchaikovsky a pesar que este había fallecido el 6 de noviembre de 1893.
Acólito franquista, con apoyo del alcalde falangista Antoni Maria Simarro i Puig, en 1954, en la época más dura de la dictadura, proyectó la construcción de un Auditorio Manén, que debería haber sido su pequeño Bayreuth, proyecto que fracasó en parte porque los negocios de su esposa en la isla de Cuba se vieron incautados por la revolución castrista.
El 9 de febrero de 2021, en un acto en el Palau de la Música catalana, ante importantes responsables institucionales, se aseguró que Manén debía erigirse como faro y guía en la recuperación histórica musical del país. 2021 Any Manén y con una calle que lleva su nombre en la zona de la Font d'en Fargues de Barcelona. Por si fuera poco, hace unos años se creyó que la interpretación de su straussiana Nova Catalònia era la mejor manera para impulsar un concierto con motivo de la Diada de Catalunya el 11 de septiembre. Ni que decir tiene que no faltó la correspondiente exhibición de la estelada de rigor en la barandilla del podio del director de orquesta, lo cual demuestra cómo el independentismo no tiene reparos en cobijar a todas las ideologías, desde la derecha más intolerante hasta la izquierda más radical. Si Manén hubiese levantado la cabeza.
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