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"Obituario", por Andrés Vázquez de Sola
Alguién murió ayer en Sevilla y el maestro nos lo cuenta como solo él sabe...
Ayer murió en Sevilla seña Antonia "la esparraguera".
Desde los cuatro años trabajó guardando los pavos de su vecina la Nicolasa. A los cinco, ya había ascendido a porquera, cuidando los cerdos del señor José. Aún no había cumplido los doce cuando se las apañaba buscando espárragos, vareando aceitunas, segando en campos que no eran suyos. Era muy pequeña cuando su padre, bracero de profesión, echando los pulmones por la boca a causa de tuberculosis, murió ante un pelotón de ejecución, acusado de rojo.
Ahora, la seña Antonia, vieja de ochenta y ocho años, cobraba una pensión no contributiva con la que mantenía a sus cuatro hijos en paro y a doce nietos. Naturalmente ha muerto sin los auxilios espirituales y nadie sabe cómo van a pagar la caja de pino…
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Desde los cuatro años trabajó guardando los pavos de su vecina la Nicolasa. A los cinco, ya había ascendido a porquera, cuidando los cerdos del señor José. Aún no había cumplido los doce cuando se las apañaba buscando espárragos, vareando aceitunas, segando en campos que no eran suyos. Era muy pequeña cuando su padre, bracero de profesión, echando los pulmones por la boca a causa de tuberculosis, murió ante un pelotón de ejecución, acusado de rojo.
Ahora, la seña Antonia, vieja de ochenta y ocho años, cobraba una pensión no contributiva con la que mantenía a sus cuatro hijos en paro y a doce nietos. Naturalmente ha muerto sin los auxilios espirituales y nadie sabe cómo van a pagar la caja de pino…
VÁZQUEZ DE SOLA
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