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Cicuta Mediática #12: 15 de enero de 2015
El gran despliegue de La Vanguardia tras la salvajada contra el Charlie Hebdo (8/1) fue muy extenso y completo, pero sin incluir sin ningún artículo de su flamante corresponsal especial en París, el ex director José Antich. Raro, ¿no? ¿Dónde estaba Antich un día tan importante? ¿En la Casa dels Canonges?
Escribe Luis María Anson en Rajoy contra las encuestas (El Mundo, 8/1) que el presidente “está todavía a tiempo de recuperar” a muchos de sus electores si se desembaraza de Pedro Arriola y empieza “a comunicar con eficacia el éxito de su política económica”. ¿Estaría disponible su hermano Rafael para esta tarea? ¿Sigue funcionando la sociedad Anson & Anson, que tan bien combinaba artículos con asesorías?
En El islamismo dispara (8/1), Salvador Sostres escribe sobre la salvajada contra el Charlie Hebdo y lo que le sale es esto: “El islamismo es terrorismo”. Qué importante es la prensa para la democracia, sí.
El mismo día del schock, a El Mundo se le ocurrió organizar una encuesta entre los internautas sobre si hay que aumentar los gastos en Defensa y el 78% resulta que dijo que sí. Morenés ya tiene los datos objetivos que avalan su petición, habitualmente tan impopular: ¡es el pueblo el que lo reclama!
El 9/1 sí aparece, al fin, en La Vanguardia la firma de su flamante corresponsal especial en París y ex director. Antich titula su Carta desde París ...Y Charlie empuñó su lápiz y se faja para tratar de recuperar el tiempo perdido, pero el esfuerzo queda sin recompensa: su sucesor en la dirección del rotativo eligió hasta tres firmas para destacar en portada, pero no se acordó de la suya.
El País dedica su contraportada del 9/1 a una encuesta mundial sobre la felicidad que llega a conclusiones tan estrambóticas como que Europa es la menos feliz, Italia es uno de los países más infelices del mundo (¡!) y entre los más felices se sitúa nada menos que a Arabia Saudí, donde las mujeres ni siquiera pueden conducir. Esta es la contraportada del diario de referencia en España, pero no le busque moraleja: El País, ahora, es esto.
Tras su arrebatador artículo sobre los negros, Juan Manuel de Prada publica ahora Yo no soy Charlie Hebdo (Abc, 10/1), en el que arremete contra “el sediciente derecho de blasfemia”, tacha al laicismo de “expresión demente de la razón”, considera que “el multiculturalismo y la pansexualidad” son “los antivalores más pestilentes”, y ve al propio Charlie Hebdo como “basura sacrílega” y al islam como “culto impío”. Por suerte, en el país del nacional-catolicismo no hay apenas extrema derecha y el periódico que publica estas “reflexiones” es de “derecha moderada”.
Expansión informa que la Sareb vende a Blackstone crédito promotor por valor de 250 millones de euros (10/1), pero no considera relevante añadir que la presidenta de la Sareb, Belén Romana, fue la número dos del hoy hombre Blackstone en España, Claudio Boada, cuando ambos llevaban al alimón el Círculo de Empresarios.
Gabriel Masfurroll ridiculiza a Podemos en un artículo en Expansión (Podemos, podríamos o pudimos, 10/1) e invita a los lectores a ser “soñadores”, pero como él mismo; es decir, con “realismo” y “sin demagogias o populismos desfasados”. En el artículo no queda claro si a Masfurroll, uno de los empresarios más emblemáticos de la sanidad privada en España, le parece demagógico o “populismo desfasado” el modelo de sanidad pública.
Con Europa aún en estado de shock, La Vanguardia nos sorprende con el editorial Sobre la felicidad (11/1), en el que nos invita a buscar la felicidad lejos del dinero y de “la posesión y consumo de bienes”. “La vida, a menudo ingrata, nos ofrece también posibilidades de ser felices [lejos del dinero] que no cabe ignorar”. ¿Lo habrá escrito Isidro Fainé, jefe del editor del diario en Caixabank?
Es normal que Antonio Navalón escriba en El País lo que le plazca porque él ha traído el último salvavidas de la empresa, de 100 millones, procedente de México. Pero cuando en La venganza del petróleo (12/1) denuncia en un párrafo "los degollamientos del Estado Islámico" y en el siguiente escribe que EEUU "ha degollado -sin ninguna piedad- a la clase media", ¿no debería al menos dejarse editar?
En El infierno de Hölderlin (Abc, 13/1), Hermann Tertsch equipara a Hitler, Lenin y Pablo Iglesias -el de Podemos, no al fundador del PSOE- y luego recalca que “siempre ha habido voces que advirtieron sobre el peligro de los proyectos totalitarios antes de que estos se consumaran”. Es ciertamente una pena que su diplomático padre no las escuchara antes de ponerse al servicio de Hitler cuando se anexionó Austria.
El Banco Santander se dio un batacazo de aupa en bolsa tras anunciar la ampliación de capital, pero El País salió al rescate en seguida con un editorial (Más capital, 11/1) que no sólo consideraba el movimiento “razonable”, sino incluso “importante para todo el sistema bancario”. Luego el Abc se fajó también lo suyo abriendo página con Santander, la segunda rentabilidad por dividendo más alta del Ibex” (13/1). Si la izquierda y la derecha mediática están de acuerdo en la fortaleza del banco de Botín, será que es realmente así. Aunque... ¿tendrá también algo que ver que ambos periódicos tengan al Banco Santander como accionista?
La Vanguardia nos dice en uno de sus solemnes editoriales que las “relaciones averiadas” entre el Gobierno español y catalán es una “responsabilidad compartida por ambos bandos” (Balance y futuro del Gobierno Mas, 14/1). ¿Cuándo veremos, pues, los semáforos rojos que ambos parecen merecer según el editorial?
En los últimos días, El País ha ido generando a sus lectores problemas de identidad al publicar sucesivamente artículos con estos títulos: Je suis Charlie Hebdo, No soy Charlie Hebdo, Todos somos Charlie Hebdo, No sé si soy Charlie Hebdo y Suis-je Charlie Hebdo? Pero al final, después de tanto mareo, llegó el turno de José Luis Pardo y en Reírnos de nosotros mismos (El País, 14/1) concluye que en realidad da igual porque “la cuestión no es ser o no ser Charlie Hebdo”. ¡Qué alivio!